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El Reino de los Dragones
Morgan Rice
La Era de los Hechiceros #1
“Tiene todos los ingredientes para un Г©xito inmediato: argumentos, contraargumentos, misterio, valientes caballeros y relaciones que florecen repletas de corazones rotos, engaГ±os y traiciГіn. Los mantendrГЎ entretenidos durante horas, complaciendo a todas las edades. Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores de fantasГa.”
–-Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (respecto a El Anillo del Hechicero)
“Allà están los comienzos de algo extraordinario”.
–-San Francisco Book Review (respecto a La Senda de los Héroes)
De la escritora de USA Today y bestseller No. 1, Morgan Rice, autora de La Senda de los HГ©roes (mГЎs de 1.300 opiniones con cinco estrellas), llega el debut de una nueva serie de fantasГa sorprendente.
EL REINO DE LOS DRAGONES (La Era de los Hechiceros—Libro uno) cuenta la historia de una épica llegada a la madurez de un joven de 16 años muy especial, el hijo de un herrero de una familia pobre, quien no tiene la oportunidad de demostrar sus habilidades para luchar e irrumpir en las filas de los nobles. Sin embargo, alberga un poder que no puede negar, y un destino que debe seguir.
Cuenta la historia de una princesa de 17 aГ±os en la vГspera de su boda, destinada a la grandeza, y de su hermana menor, rechazada por la familia y muriГ©ndose de plaga.
Cuenta la historia de tres hermanos, tres prГncipes que no podrГan ser mГЎs distintos, todos compitiendo por el poder.
Cuenta la historia de un reino al borde de un cambio, de una invasiГіn, la historia de la extinciГіn de la raza de dragones, que caen diariamente del cielo.
Cuenta la historia de dos reinos rivales, de los rГЎpidos que los separan, de un paisaje salpicado por volcanes inactivos y de una capital accesible solamente con la marea. Es una historia de amor, pasiГіn, de odio y rivalidad entre hermanos; de delincuentes y tesoros escondidos; de monjes y guerreros secretos; de honor y gloria, y de traiciГіn y engaГ±o.
Es la historia de Dragonfell, una historia de honor y valor, de hechiceros, magia y destino. Es una historia que no podrГЎs dejar hasta las primeras horas, que te transportarГЎ a otro mundo y harГЎ que te enamores de personajes que nunca olvidarГЎs. Atrae a todas las edades y gГ©neros.
Los libros dos y tres (TRONO DE DRAGONES y NACIDA DE DRAGONES) estГЎn disponibles ahora para reservar.
“Una fantasГa animada…. Solo el comienzo de lo que promete ser una serie Г©pica para jГіvenes”.
–-Midwest Book Review (respecto a La Senda de los Héroes)
“Lleno de acción…. La composición de Rice es sólida y el argumento, intrigante”.
–-Publishers Weekly (respecto a La Senda de los Héroes)
Morgan Rice
EL REINO DE LOS DRAGONES
EL REINO DE LOS DRAGONES
(LA ERA DE LOS HECHICEROS – LIBRO UNO)
MORGAN RICE
Morgan Rice
Morgan Rice es autora de best sellers de USA Today y de la serie de fantasГa Г©pica EL ANILLO DEL HECHICERO, best seller No. 1 que consta de diecisiete libros; de la serie de best sellers No. 1 DIARIO DE UN VAMPIRO, que comprende doce libros; de la serie de best sellers No.1 LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA, un thriller postapocalГptico compuesto por tres libros; de la serie de fantasГa Г©pica REYES Y HECHICEROS, compuesta por seis libros; de la serie de fantasГa Г©pica DE CORONAS Y GLORIA, que consta de ocho libros; de la serie de fantasГa Г©pica UN TRONO PARA LAS HERMANAS, que consta de ocho libros; de la nueva serie de ciencia ficciГіn LAS CRГ“NICAS DE LA INVASIГ“N, compuesta por cuatro libros; de la serie de fantasГa OLIVER BLUE Y LA ESCUELA DE VIDENTES, compuesta de cuatro libros; de la serie de fantasГa EL CAMINO DEL ACERO, que consta de cuatro; y de la nueva serie de fantasГa LA ERA DE LOS HECHICEROS. La obra de Morgan estГЎ disponible en audio y en ediciones impresas, con traducciones a mГЎs de 25 idiomas.
A Morgan le encanta saber de sus lectores, asГ que por favor no dudes en visitar su sitio webВ www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para suscribirte a la lista de correos electrГіnicos, recibir un libro gratis y otros obsequios, descargar la aplicaciГіn gratuita, recibir noticias exclusivas, conectarte por Facebook y Twitter, y estar en contacto.
SelecciГіn de reconocimientos a Morgan Rice
“Si pensaban que ya no habГa razones para vivir despuГ©s del final de la serie EL ANILLO DEL HECHICERO, estaban equivocados. En el DESPERTAR DE LOS DRAGONES Morgan Rice ha creado lo que promete ser otra serie brillante, sumergiГ©ndonos en una fantasГa de troles yВ dragones, de valor, honor, coraje, magia y fe en el destino. Morgan otra vez ha logrado producir una serie de personajes fuertes que nos hacen alentarlos en cada pГЎgina…Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores que adoren las fantasГas bien escritas”.
В В В В --Books and Movie Reviews
В В В В Roberto Mattos
“Una fantasГa llena de acciГіn que asegura complacer a los fanГЎticos de las novelas anteriores de Morgan Rice, ademГЎs de a fanГЎticos de obras como EL LEGADO de Christopher Paolini…. FanГЎticos de la ficciГіn para jГіvenes van a devorar este Гєltimo trabajo de Rice y rogarГЎn por mГЎs”.
В В В В --The Wanderer,A Literary Journal (respecto a El Despertar de los Dragones)
“Una fantasГa animada que en su trama entrelaza elementos de misterio e intriga. La Senda de los HГ©roes se trata de la construcciГіn del coraje y de alcanzar un propГіsito en la vida que conduzca al crecimiento, la madurez y la excelencia….Para aquellos que buscan aventuras fantГЎsticas sustanciosas, los protagonistas, recursos y acciГіn proveen una enГ©rgica serie de encuentros que se enfocan bastante en la evoluciГіn de Thor, de un niГ±o soГ±ador a un joven que se enfrenta a posibilidades de sobrevivencia imposibles ….Solo el comienzo de lo que promete ser una serie Г©pica para jГіvenes”.
В В В В --Midwest Book Review (D. Donovan, crГtico de eBooks)
“EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para un Г©xito inmediato: argumentos, contraargumentos, misterio, valientes caballeros y relaciones que florecen repletas de corazones rotos, engaГ±os y traiciГіn. Los mantendrГЎ entretenidos durante horas complaciendo a todas las edades. Recomendado para la biblioteca permanente de todos los lectores de fantasГa.”
В В В В --Books and Movie Reviews, Roberto Mattos
“En este primer libro lleno de acciГіn de la serie de fantasГa Г©pica El Anillo del Hechicero (que actualmente cuenta con 14 libros), Rice les presenta a los lectores a Thorgrin "Thor" McLeod, de 14 aГ±os, cuyo sueГ±o es pertenecer a la LegiГіn de los Plateados, los selectos caballeros que sirven al rey…. La composiciГіn de Rice es sГіlida y el argumento, intrigante”.
В В В В --Publishers Weekly
Libros de Morgan Rice
LA ERA DE LOS HECHICEROS
EL REINO DE LOS DRAGONES (Libro #1)
OLIVER BLUE Y LA ESCUELA DE VIDENTES
LA FГЃBRICA MГЃGICA (Libro #1)
LA ESFERA DE KANDRA (Libro #2)
LOS OBSIDIANOS (Libro #3)
EL CETRO DE FUEGO (Libro #4)
LAS CRГ“NICAS DE LA INVASIГ“N
TRANSMISIГ“N (Libro #1)
LLEGADA (Libro #2)
ASCENSO (Libro #3)
EL CAMINO DEL ACERO
SOLO LOS DIGNOS (Libro #1)
SOLO LOS VALIENTES (Libro #2)
SOLO LOS DESTINADOS (Libro #3)
UN TRONO PARA LAS HERMANAS
UN TRONO PARA LAS HERMANAS (Libro #1)
UNA CORTE PARA LOS LADRONES (Libro #2)
UNA CANCIÓN PARA LOS HUÉRFANOS (Libro #3)
UN CANTO FГљNEBRE PARA LOS PRГЌNCIPES (Libro #4)
UNA JOYA PARA LA REALEZA (Libro #5)
UN BESO PARA LAS REINAS (Libro #6)
UNA CORONA PARA LAS ASESINAS (Libro #7)
DE CORONAS Y GLORIA
ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1)
CANALLA, PRISIONERA, PRINCESA (Libro #2)
CABALLERO, HEREDERO, PRГЌNCIPE (Libro #3)
REBELDE, POBRE, REY (Libro #4)
SOLDADO, HERMANO, HECHICERO (Libro #5)
HÉROE, TRAIDORA, HIJA (Libro #6)
GOBERNANTE, RIVAL, EXILIADO (Libro #7)
VENCEDOR, DERROTADO, HIJO (Libro #8)
REYES Y HECHICEROS
EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1)
EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2)
EL PESO DEL HONOR (Libro #3)
UNA FORJA DE VALOR (Libro #4)
UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5)
LA NOCHE DEL VALIENTE (Libro #6)
EL ANILLO DEL HECHICERO
LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1)
LA MARCHA DE LOS REYES (Libro #2)
EL DESTINO DE LOS DRAGONES (Libro #3)
UN GRITO DE HONOR (Libro #4)
UN VOTO DE GLORIA (Libro #5)
UNA CARGA DE VALOR (Libro #6)
UN RITO DE ESPADAS (Libro #7)
UNA SUBVENCIГ“N DE ARMAS (Libro #8)
UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9)
UN MAR DE ARMADURAS (Libro #10)
UN REINO DE HIERRO (Libro #11)
UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12)
UN MANDATO DE REINAS (Libro #13)
UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14)
UN SUEГ‘O DE MORTALES (Libro #15)
UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16)
EL DON DE LA BATALLA (Libro #17)
LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA
ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro #1)
ARENA DOS (Libro #2)
ARENA TRES (Libro #3)
LA CAГЌDA DE LOS VAMPIROS
ANTES DEL AMANECER (Libro #1)
EL DIARIO DEL VAMPIRO
TRANSFORMACIГ“N (Libro #1)
AMORES (Libro #2)
TRAICIONADA (Libro #3)
DESTINADA (Libro #4)
DESEADA (Libro #5)
COMPROMETIDA (Libro #6)
JURADA (Libro #7)
ENCONTRADA (Libro #8)
RESUCITADA (Libro #9)
ANSIADA (Libro #10)
CONDENADA (Libro #11)
OBSESIONADA (Libro #12)
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Derechos reservados В© 2019 por Morgan Rice. Todos los derechos reservados. Con excepciГіn de lo permitido por la ley de derechos reservados de EE.UU. de 1976, ninguna parte de este libro podrГЎ reproducirse, distribuirse o transmitirse en ninguna forma y por ningГєn medio, o almacenarse en una base de datos o sistema de recuperaciГіn, sin previo permiso de la autora. Este ebook estГЎ autorizado Гєnicamente para su disfrute personal. Este ebook no podrГЎ revenderse o regalarse a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, por favor adquiera una copia adicional para cada lector. Si usted estГЎ leyendo este libro y no lo comprГі, o si no se lo compraron para que Гєnicamente usted lo usara, por favor, devuГ©lvalo y adquiera su propio ejemplar. Gracias por respetar el trabajo del autor. Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginaciГіn del autor o se utilizan de forma ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es mera coincidencia. Los derechos de la imagen de portada son de cosmin4000 y se utilizaron bajo autorizaciГіn de istockphoto.com
CAPГЌTULO UNO
El rey Godwin III del Reino del Norte habГa visto muchas cosas en su tiempo. HabГa visto marchar ejГ©rcitos y el funcionamiento de la magia, pero en este momento solo podГa mirar fijamente al cuerpo de la criatura que yacГa frente a Г©l, postrado boca abajo e inmГіvil sobre el pasto, con los huesos y escamas dando una sensaciГіn de irrealidad al momento en la luz nocturna.
El rey desmontГі su caballo, que se negaba a acercarse ya fuera por lo que era la criatura o simplemente por el lugar en donde estaban. HabГan cabalgado mГЎs de un dГa hacia el sur de Royalsport, por lo que el rugido del rГo Slate estaba a solo unas pocas decenas de metros, en donde las tierras de su reino desaparecГan en el rugido de esas aguas violentas y aceradas. MГЎs allГЎ del rГo podrГa haber observadores mirando desde el sur, incluso del otro lado de su amplia anchura. Godwin esperaba que no, y no solo porque Г©l y los otros estaban muy lejos de casa, la que habГa quedado expuesta para cualquiera que pudiera cruzar los puentes entre los reinos. Г‰l no querГa que ellos vieran esto.
El rey Godwin avanzГі, mientras que a su alrededor, el pequeГ±o grupo de gente que habГa venido con Г©l intentaba decidirse si deberГa hacer lo mismo. No eran muchos porque esto…esto no era algo que Г©l quisiera que la gente viera. Su hijo mayor, Rodry, estaba allГ, tenГa veintitrГ©s y se parecГa al hombre que Godwin habГa sido una vez, alto y corpulento, con el cabello rubio rapado en las sienes para que no obstruyera su manejo de la espada, el Гєnico recuerdo de su madre. Los hermanos de Rodry, Vars y Greave, se habГan quedado en casa; no era del estilo de ninguno de los dos soportar algo asГ. Vars probablemente se quejarГa de que Rodry habГa sido elegido para esto, aunque Vars nunca se ofrecerГa a nada que tuviera un indicio de peligro. Greave estarГa encerrado en la biblioteca con sus libros.
Francamente, hubiese sido mГЎs probable que sus hijas vinieran, o al menos dos de ellas. La mГЎs joven, Erin, hubiese disfrutado la aventura. Nerra hubiese querido ver lo extraГ±o de la criatura, y probablemente hubiese llorado por su muerte a pesar de lo que era. Godwin sonriГі al pensar en su bondad, aunque como siempre su sonrisa se borrГі levemente ante el recuerdo de su Гєltimo acceso de tos y de la enfermedad que mantenГan cuidadosamente oculta. Lenore probablemente hubiese preferido quedarse en el Castillo, aunque tambiГ©n es cierto que tenГa que prepararse para su boda.
En lugar de todos ellos, estaban Godwin y Rodry. HabГa media docena de los Caballeros de la Espuela con Г©l: Lars y Borus, Halfin y Twell, Ursus y Jorin; todos hombres en los que Godwin confiaba, algunos de ellos cumplieron bien su cometido durante dГ©cadas, con las armaduras grabadas con los sГmbolos que ellos habГan elegido brillando en la salpicadura del rГo. Estaban los pobladores que habГan encontrado esto, y allГ, sobre un caballo de aspecto enfermizo, estaba la silueta togada de su hechicero.
–Gris —dijo el rey Godwin, haciéndole señas al hombre para que se acercara.
Maese Gris se adelantГі lentamente, apoyГЎndose en sus hombres.
En otras circunstancias, el rey Godwin se hubiese reГdo del contraste entre ellos. Gris era delgado, tenГa la cabeza rapada y la piel tan pГЎlida como su nombre, y vestГa togas blancas y doradas. Godwin era mГЎs grande, de hombros anchos y francamente de barriga pronunciada en estos dГas, llevaba puesta la armadura y tenГa una barba completa y el cabello oscuro hasta los hombros.
–¿Crees que están mintiendo?—Le dijo el rey Godwin, sacudiendo la cabeza hacia los pobladores.
Godwin sabГa el modo en que los hombres lo intentaban, con huesos de vaca y mantas de cuero, pero su hechicero no le respondiГі la pregunta. Gris solo sacudiГі la cabeza y lo mirГі directo a los ojos.
A Godwin le corriГі un escalofrГo por la espalda. No habГa dudas de la autenticidad de esto. No se trataba de una broma para intentar ganarse el favor o dinero o ambos.
Esto era un dragГіn.
Sus escamas eran rojas como la sangre derramada sobre hierro oxidado. Sus dientes como el marfil, tan largos como la estatura de un hombre, y sus garras afiladas. Sus grandes alas estaban extendidas, desgarradas y rotas, enormes y parecidas a las de un murciГ©lago, y parecГan apenas lo suficiente para sostener en el aire a tan enorme bestia. El cuerpo de la criatura estaba enrollado en el suelo, mГЎs largo que una decena de caballos, lo suficientemente grande para que, en vida, pudiese haber levantado a Godwin como a un juguete.
– Nunca habГa visto a uno antes —admitiГі el rey Godwin, posando una mano sobre la piel escamosa.
Casi esperaba que estuviese cГЎlida, pero por el contrario, estaba frГa como la quietud de la muerte.
–Muy pocos lo han hecho —dijo Gris.
Mientras la voz de Godwin era profunda y sonora, la de Gris era apenas un susurro.
El rey asintiГі. Por supuesto que el hechicero no dirГa todo lo que sabГa. No era un pensamiento que lo tranquilizara. Ver a un dragГіn ahora y muerto…
–¿Qué sabemos de este?—preguntó el rey.
CaminГі a lo largo de este hasta lo que quedaba de su cola, que se extendГa largamente detrГЎs.
–Una hembra —dijo el hechicero— y roja, con todo lo que ello implica.
Por supuesto, no explicГі lo que eso implicaba. El hechicero caminГі alrededor mirando pensativamente. De vez en cuando miraba tierra adentro como si tuviese calculando algo.
–¿Cómo murió?—preguntó Godwin.
HabГa estado en batallas en su tiempo, pero no podГa ver la herida de un hacha o espada en la criatura, no se podГa imaginar quГ© arma podrГa daГ±ar a una bestia de este tipo.
– Quizás fue la edad…
Godwin se lo quedГі mirando.
–PensГ© que vivГan para siempre —dijo Godwin.
En ese momento no era el rey sino el niГ±o que por primera vez habГa acudido a Gris hacГa todos esos aГ±os, buscando su ayuda y sabidurГa. El hechicero le habГa parecido anciano incluso en ese entonces.
– No para siempre. Mil años, nacen sólo en la luna de dragón —dijo Grey como si estuviese citando algo.
– Aun asГ, mil aГ±os es demasiado para que hayamos encontrado uno muerto aquГ, ahora —dijo el rey Godwin— No me gusta. Se parece mucho a un presagio.
–Posiblemente —admitiГі Gris, y era un hombre que rara vez admitГa algo asГ—. La muerte es a veces un poderoso presagio. A veces es solo una muerte. Y a veces, tambiГ©n es vida.
VolviГі a mirar hacia el reino.
El rey Godwin suspirГі, desalentado por nunca poder verdaderamente entender al hombre, y se quedГі observando a la bestia, intentando entender cГіmo algo tan poderoso y magnГfico podГa haber muerto. No tenГa seГ±ales de haber luchado ni heridas visibles. Observe los ojos de la criatura como si le pudiesen ofrecer algГєn tipo de respuesta.
–¿Padre? —Gritó Rodry.
El rey Godwin se volteГі hacia su hijo. Se parecГa mucho a Godwin a esa edad, musculoso y fuerte, aunque con un rastro de la belleza y el cabello mГЎs claro de su madre para recordarla ahora que ya no estaba. Estaba sentado sobre un corcel y tenГa una armadura incrustada con brillos azules. ParecГa impaciente ante la perspectiva de estar atrapado allГ, haciendo nada. Probablemente cuando supo que habГa un dragГіn habrГa esperado pelear con Г©l. AГєn era bastante joven para pensar que Г©l le podГa ganar a todo.
Los caballeros a su alrededor esperaron pacientemente las Гіrdenes del rey.
El rey Godwin sabГa que no podГan estar mucho tiempo allГ afuera. Al estar tan cerca del rГo, corrГan el riesgo de que los sureГ±os se escabulleran por uno de los puentes, y ademГЎs estaba oscureciendo.
–Si demoramos mucho la reina pensará que estamos intentando rehuir de los preparativos de la boda —señaló Rodry—. Nos llevará bastante volver, incluso cabalgando rápido.
Estaba eso. Faltando solo una semana para la boda de Lenore, era poco probable que Aethe los perdonara, menos aГєn si se habГa ido con Rodry. A pesar de sus esfuerzos, ella aГєn creГa que Г©l favorecГa mГЎs a sus tres hijos con Illia que a las tres hijas que ella le habГa dado.
–Volveremos lo antes posible —dijo el rey Godwin—. Aunque primero debemos hacer algo al respecto.
El rey Godwin mirГі a Gris antes de continuar.
–Si la gente se entera de que apareció un dragón, por no hablar de un dragón muerto, pensarán que es un mal presagio, y no quiero que haya malos presagios en la semana de la boda de Lenore.
–No, claro que no —dijo Rodry, sintiéndose avergonzado por no haberlo pensado—. ¿Qué hacemos entonces?
El rey ya habГa pensado en eso. Se acercГі primero a los pobladores sacando todas las monedas que tenГa.
–Tienen mi agradecimiento por haberme contado esto —dijo Г©l mientras les entregaba las monedas —. Ahora vuelvan a sus casas y no le cuenten a nadie lo que vieron. Ustedes no estuvieron aquГ, esto no ocurriГі. Si escucho otra cosa…
Recibieron la amenaza tГЎcita haciendo una apresurada reverencia.
–SГ, mi rey —dijo uno, antes de que ambos se fueran rГЎpidamente.
–Ahora —dijo él, volviéndose hacia Rodry y los caballeros—. Ursus, eres el más fuerte; veamos cuánta fuerza tienes realmente. Uno de ustedes traiga cuerdas para que podamos arrastrar a la bestia.
El caballero mГЎs alto asintiГі y todos comenzaron a trabajar, buscando en las alforjas hasta que uno encontrГі unas cuerdas gruesas. Twell, el planificador, era la persona en quien confiar que tiene todo lo que se necesita.
Ataron los restos del dragГіn, lo que les llevГі mГЎs tiempo de lo que el rey Godwin hubiese querido. El enorme volumen de la bestia parecГa resistirse a los intentos por contenerlo, por lo que Jorin, siempre el mГЎs ГЎgil, tuvo que treparse a la criatura con las cuerdas sobre sus hombros para atarla. Se bajГі fГЎcilmente de un salto, aГєn teniendo la armadura. Finalmente, lograron amarrarla. El rey descendiГі hasta ellos y asiГі la cuerda.
–¿Y?—le dijo al resto— ВїCreen que voy a arrastrarlo al rГo yo solo?
Hubo un tiempo en el que podrГaВ haberlo hecho, cuando habГa sido tan fuerte como Ursus, sГ, o Rodry. Pero ahora, Г©l se conocГa lo suficiente para saber cuГЎndo necesitaba ayuda. Los hombres captaron el mensaje y agarraron la cuerda. El rey Godwin sintiГі el momento en que su hijo sumГі su potencia al esfuerzo, empujando el cuerpo del dragГіn desde el otro extremo y gruГ±endo por el esfuerzo.
Lentamente comenzГі a moverse, dejando huellas en la tierra mientras ellos desplazaban su peso. Solo Gris no sumГі su esfuerzo a la cuerda, y francamente no habrГa servido de mucho de todos modos. Poco a poco, lograron acercar el dragГіn al rГo.
Finalmente llegaron al borde, dejГЎndolo preparado en el punto en donde el terreno descendГa abruptamenteВ hacia el rГo que era tanto el lГmite del reino como su defensa. PermaneciГі sentado ahГ, tan perfectamente equilibrado que un soplo lo podrГa haber derribado, mirando momentГЎneamente hacia el rey Godwin como si estuviese en posiciГіn para volar hacia las tierras sureГ±as.
ApoyГі una bota en el flanco y con un grito de esfuerzo lo empujГі hacia la orilla.
–Ya está —dijo cuando cayó al agua con un chapoteo.
Sin embargo, no desapareciГі. En cambio permaneciГі meciГ©ndose allГ, la furia pura de las aguas color gris acero era suficiente para arrastrar el cuerpo del dragГіn rГo abajo al tiempo que se golpeaba contra las rocas y giraba con la corriente. NingГєn hombre podrГa nadar contra esa corriente, para la que el peso del dragГіn era algo minГєsculo. Lo arrastraba en la direcciГіn el mar expectante, las aguas oscuras se apresuraban para juntarse en la masa de agua mГЎs inmensa.
–Esperemos que no haya dejado huevos —susurró Gris.
El rey Godwin permaneciГі parado allГ, demasiado cansado para cuestionar al hombre, mirando al cuerpo de la criatura hasta que desapareciГі de su vista. Se dijo a sГ mismo que lo hacГa para asegurarse de que la marea no lo llevara a su reino y de que no volviera a causar problemas otra vez. Se dijo a sГ mismo que estaba recobrando el aliento porque ya no era mГЎs un hombre joven.
Sin embargo, no era verdad. La verdad era que estaba preocupado. Г‰l habГa gobernado su reino durante mucho tiempo, y nunca habГa visto algo parecido antes. Para que ocurriera ahora, algo tenГa que estar sucediendo.
Y el rey Godwin sabГa que, fuera lo que fuese, estaba por afectar a todo su reino.
CAPГЌTULO DOS
En sueГ±os, Devin se encontrГі en un lugar muy lejos de la forja en donde trabajaba, incluso mГЎs allГЎ de la ciudad de Royalsport, en donde vivГa con su familia. Г‰l soГ±aba con frecuencia, y en sus sueГ±os podГa ir a cualquier lado y ser cualquier cosa. En sus sueГ±os, podГa ser el caballero que siempre habГa querido ser.
Aunque este sueГ±o era extraГ±o. En primer lugar, el sabГa que estaba en un sueГ±o, cuando habitualmente no lo sabГa. Eso querГa decir que podГa caminar por Г©l y parecГa cambiar cuando lo observaba, lo que le permitГa crear paisajes a su alrededor.
Era como si estuviese flotando sobre el reino. AllГ abajo podГa ver cГіmo el terreno se extendГa debajo de Г©l, el norte y el sur, divididos por el rГo Slate, y Leveros, la isla de los monjes, hacia el este. En el extremo norte, sobre el lГmite del reino, a cinco o seis dГas a caballo, podГa ver lo volcanes que habГa estado inactivos durante aГ±os. En el extremo oeste, apenas pudo divisar el Tercer Continente, del que la gente hablaba en voz baja y con asombro de las cosas que vivГan allГ.
Era un sueГ±o, sin embargo, y Г©l o sabГa, era una visiГіn extraordinariamente acertada del reino.
Ahora ya no estaba por encima del mundo. Ahora estaba en un lugar oscuro, y habГa algo allГ con Г©l: una silueta que llenaba el espacio, con un aroma mohoso, seco y reptiliano. Un parpadeo de luz destellГі en las escamas, y en la casi oscuridad Г©l creyГі escuchar el susurro del movimiento junto con la respiraciГіn como un fuelle. En el sueГ±o, Devin podГa sentir que su miedo aumentaba, aferrando la empuГ±adura de una espada con la mano instintivamente y alzando la hoja de metal negro azulado.
Unos enormes ojos dorados se abrieron en la oscuridad y la luz volviГі a parpadear. Entonces, Г©l pudo ver un cuerpo enorme con escamas oscuras, de una dimensiГіn que jamГЎs habГa visto, con las alas enrolladas y la boca totalmente abierta que revelaba una luz interior. Devin tuvo un momento para darse cuenta de que era un destello de llamas lo que salГa de la boca de la criatura, y entonces no habГa nada mГЎs que llamas, rodeГЎndolo, llenando el mundo…
Las llamas cedieron, y ahora estaba sentado en una sala cuyas paredes formaban un cГrculo, como si estuviese en la cima lo alto de una torre. El lugar estaba lleno desde el suelo hasta el techo de artГculos que debГan haber sido recolectados en decenas de momentos y lugares. Cortinas de seda cubrГan las paredes, y habГa objetos de latГіn sobre las repisas que Devin no podГa adivinar su propГіsito.
HabГa un hombre allГ, sentado con las piernas cruzadas en un pequeГ±o espacio abierto, en un cГrculo dibujado con tiza y rodeado de velas. Era calvo y de apariencia seria, y tenГa los ojos fijos en Devin. VestГa togas exquisitas bordadas con sigilos y joyas con diseГ±os mГsticos.
–¿Me conoce? —Le preguntó Devin mientras se acercaba.
SiguiГі un largo silencio, tan largo que Devin comenzГі a preguntarse si le habГa hecho la pregunta.
–Las estrellas dijeron que si esperaba aquГ, en sueГ±os, tu vendrГas —dijo finalmente la voz— El que serГЎ.
Devin se dio cuenta entonces de quiГ©n era este hombre.
–Usted es Maese Gris, el hechicero del rey.
TragГі ante la idea. Se decГa que este hombre tenГa el poder de ver las cosas que ningГєn hombre cuerdo querrГa; que le habГa dicho al rey el momento en que su primera esposa morirГa y todos se rieron hasta que tuvo un desvanecimiento y se rompiГі la cabeza en la piedra de uno de los puentes. Se decГa que podГa buscar dentro del alma de un hombre y sacar todo lo que habГa visto allГ.
El que serГЎ.
ВїQuГ© podГa significar eso?
–Usted es Maese Gris.
–Y tГє eres el muchacho que naciГі en el dГa mГЎs imposible. He buscado y buscado, y tГє no deberГas existir. Pero existes.
A Devin se le acelerГі el corazГіn al pensar que el hechicero del rey sabГa quiГ©n era Г©l. ВїPor quГ© un hombre asГ tendrГa interГ©s Г©l?
Y en ese momento, supo que esto era mГЎs que un sueГ±o.
Esto era un encuentro.
–¿Qué quiere de m� —Le preguntó Devin.
–¿Querer? —La pregunta parecГa haber tomado por sorpresa al hechicero, si es que algo podГa hacerlo—. Simplemente querГa verte con mis propios ojos. Verte en el dГa en que tu vida cambiarГЎ para siempre.
Devin tenГa muchas preguntas, pero en ese momento, Maese Gris extendiГі el brazo hacia una de las velas a su alrededor y la apagГі con dos dedos largos mientras susurraba algo que apenas se escuchaba.
Devin querГa acercarse y comprender lo que estaba sucediendo, pero en cambio sintiГі una fuerza que no podГa entender, que lo arrastraba hacia atrГЎs, hacia afuera de la torre, hacia la oscuridad…
***
—¡Devin! —Lo llamó su madre—. Despierta, o te perderás el desayuno.
Devin maldijo y abriГі los ojos de golpe. La luz del amanecer ya entraba por la ventana de la pequeГ±a casa familiar. Eso querГa decir que si no se apresuraba, no podrГa llegar temprano a la Casa de las Armas ni tendrГa tiempo mГЎs que para meterse derecho a trabajar.
Estaba acostado en la cama, respirando con esfuerzo e intentando quitarse de encima el peso y realismo de sus sueГ±os.
Pero por mГЎs que intentГі, no pudo. Colgaba de Г©l como un manto pesado.
–¡DEVIN!
Devin sacudiГі la cabeza.
SaltГі de la cama y se apresurГі a vestirse. Su ropa era simple, sencilla, con algunas partes remendadas. Algunas cosas las habГa heredado de su padre y no le quedaban bien, ya que a sus diecisГ©is aГ±os, Devin era aГєn mГЎs delgado que Г©l, no mГЎs grande que el promedio para su edad, aunque un poco mГЎs alto. Se quitГі de los ojos el cabello oscuro, con las manos que tambiГ©n habГan sufrido pequeГ±as quemaduras y cortes en la Casa de las Armas. Г‰l sabГa que serГa aГєn peor con el paso de los aГ±os. El viejo Gund apenas podГa mover algunos dedos; el esfuerzo del trabajo le habГa quitado mucho.
Devin se vistiГі y corriГі hacia la cocina de la cabaГ±a familiar. Se sentГі allГ y comiГі estofado en la mesa de la cocina con su madre y su padre. Lo untГі con un pedazo de pan duro, sabiendo que aunque era algo simple, lo necesitarГa para el dГa de trabajo duro que tenГa por delante en la Casa de las Armas. Su madre era una mujer pequeГ±a, como un pГЎjaro, y parecГa muy frГЎgil a su lado, como si se fuese a quebrar por el peso de sus tareas diarias, aunque nunca lo habГa hecho.
Su padre tambiГ©n era de menor estatura que Г©l, pero era ancho, musculoso y duro como la teca. Cada mano era como un mazo, y tenГa tatuajes en los antebrazos que aludГan a otros lugares, desde el Reino del Sur a las tierras en el otro extremo del mar. Incluso tenГa un mapa que mostraba ambos territorios y tambiГ©n la isla de Leveros y el continente Sarras, lejos, del otro lado del mar.
–¿Por qué me miras los brazos, muchacho? —Le preguntó su padre con voz ronca.
Г‰l nunca habГa sido bueno para demostrar afecto. Incluso cuando Devin obtuvo su puesto en la Casa, incluso cuando habГa demostrado ser capaz de forjar armas de la misma forma que los mejores maestros, su padre no habГa hecho mucho mГЎs que asentir.
Devin querГa contarle acerca de su sueГ±o desesperadamente. Pero sabГa que era mejor no hacerlo. Su padre lo menospreciarГa y estallarГa en una celosa rabieta.
–Es solo que hay un tatuaje que no habГa visto —le dijo Devin.
Generalmente su padre vestГa mangas largas y Devin nunca estaba allГ el tiempo suficiente como para observarlo.
–¿Por qué en este están Sarras y Leveros? ¿Estuviste allà cuando eras…?
–¡Eso no es de tu incumbencia! —le gritó su padre.
La pregunta parecГa haber desatado su ira curiosamente ante el enfrentamiento. RГЎpidamente se bajГі las mangas y atГі los puГ±os a la altura de las muГ±ecas para que Devin no pudiese ver mГЎs.
–¡Hay cosas por las que no debes preguntar!
–Lo siento —dijo Devin.
HabГa dГas en los que Devin apenas sabГa quГ© decirle a su padre; dГas en los que apenas se sentГa como su hijo.
–Debo irme a trabajar.
–¿Tan temprano? Vas a practicar con la espada otra vez, ¿no? —Le reclamó su padre—Aún intentas convertirte en un caballero.
ParecГa realmente enojado y Devin no podГa deducir por quГ©.
–¿SerГa algo tan terrible? —le preguntГі Devin con vacilaciГіn.
–Acepta tu lugar, muchacho —desembuchó su padre—. No eres un caballero. Solo un plebeyo como el resto de nosotros.
Devin reprimiГі una respuesta rabiosa. No tenГa que ir a trabajar hasta dentro de una hora, pero sabГa que al quedarse se arriesgarГa a tener una discusiГіn, como todas las que habГan precedido.
Se levantГі sin siquiera molestarse en terminar su comida, y se marchГі.
La dГ©bil luz del sol lo iluminГі. A su alrededor, la mayor parte de la ciudad aГєn dormГa tranquilamente en las primeras horas de la maГ±ana, incluso cuando aquellos que trabajaban durante la noche habГan retornado a sus casas. Eso significaba que Devin tenГa la mayorГa de las calles para Г©l mientras se dirigГa hacia la Casa de las Armas, corriendo por los adoquines con esfuerzo. Cuanto mГЎs temprano llegara mГЎs tiempo tendrГa, y en todo caso, habГa escuchado como los maestros de la espada les decГan a sus alumnos que este tipo de ejercicio era fundamental para tener resistencia durante un combate. Devin no sabГa si alguno de ellos lo hacГa, pero Г©l sГ. NecesitarГa todas las herramientas que pudiese obtener si iba a convertirse en un caballero.
Devin continuГі su camino por la ciudad, corriendo mГЎs rГЎpido y con mayor esfuerzo, aГєn intentando quitarse de encima los restos de su sueГ±o. ВїRealmente habГa sido un encuentro?
El que serГЎ.
ВїQuГ© podГa significar eso?
El dГa en que tu vida cambiarГЎ para siempre.
Devin mirГі a su alrededor como si estuviese buscando una seГ±al o algГєn indicio de que algo lo cambiarГa en este dГa.
Sin embargo, no vio nada mГЎs que los comunes tejemanejes de la ciudad.
ВїHabrГa sido un sueГ±o ridГculo? ВїUn deseo?
Royalsport era un lugar con puentes y callejones, esquinas oscuras y aromas extraГ±os. Con la marea baja, cuando el rГo entre las islas que lo formaban estaba lo suficientemente bajo, la gente caminaba por los lechos del rГo, aunque los guardias intentaban manejarlo y asegurarse de que ninguno de ellos fuese a distritos en los que no eran bienvenidos.
Los canales entre las islas formaban una serie de cГrculos concГ©ntricos, con las partes mГЎs adineradas hacia el centro, protegidas por las capas del rГo. Hacia afuera habГa distritos de entretenimiento y de la nobleza, luego los mercantiles y las ГЎreas mГЎs pobres, por las que quienes caminaban tenГan que ser cuidadosos y vigilar su bolsa de dinero.
Las Casas sobresalГan en el horizonte, sus edificios habГan sido entregados a instituciones tan antiguas como el reino; mГЎs antiguas, ya que eran reliquias de los dГas en los que se decГa que gobernaban los reyes de los dragones, mucho antes de que las guerras los expulsaran. La Casa de las Armas se erigГa arrojando humo a pesar de ser tan temprano, mientras que la Casa del Conocimiento se levantaba como dos agujas enroscadas, la Casa de los Mercaderes estaba baГ±ada en oro hasta brillar y la Casa de los Suspiros se levantaba en el corazГіn del distrito de entretenimiento. Devin avanzГі zigzagueando por las calles y evitando las pocas siluetas que se habГan levantado tan temprano como Г©l, mientras corrГa hacia la Casa de las Armas.
Cuando llegГі, la Casa de las Armas estaba casi tan quieta como el resto de la ciudad. HabГa un vigilante en la puerta, pero conocГa a Devin de vista y estaba acostumbrado a que Г©l entrara a horas extraГ±as. Devin pasГі saludГЎndolo con la cabeza y luego se dirigiГі hacia adentro. TomГі la espada con la que habГa estado trabajando recientemente, sГіlida y fiable, adecuada para la mano de un verdadero soldado. TerminГі de envolver la empuГ±adura y la llevГі para arriba.
Este espacio no tenГa el hedor de la forja, ni la mugre. Era un lugar con madera limpia y aserrГn para atrapar sangre suelta, en donde habГa soportes con armas y armaduras y un espacioВ В de doce caras en el medio, rodeado de algunos bancos para que los que esperaban por su clase se sentaran. AllГ habГa postes y fardos para cortar, todos dispuestos para que los estudiantes de la nobleza pudieran practicar.
Devin se acercГі a un estafermo para maestros de armas, un poste mГЎs alto que Г©l sobre una base con pГ©rtigas de metal que hacГan las veces de armas y podГan girar en respuesta a los golpes de los espadachines. La destreza consistГa en atacar y luego moverse o rebatir, atravesarlo sin que el arma quedara atrapada y golpearlo sin ser golpeado. Devin adoptГі una postura defensiva y luego atacГі.
Sus primeros golpes fueron constantes, metiГ©ndose en la actividad y probando la espada. BloqueГі los primeros giros de respuesta de los postes y luego esquivГі los siguientes, acostumbrГЎndose lentamente a la espada. EmpezГі a aumentar el ritmo y a ajustar el juego de piernas, moviГ©ndose de una posiciГіn a otra con sus golpes: del buey al espectro, luego al largo y volver a empezar.
En algГєn momento en medio del ajetreo dejГі de pensar en los movimientos individuales; los golpes, los bloqueos y las estocadas empezaron a fluir en un todo en donde el acero sonaba contra el acero y su hoja se movГa rГЎpidamente para cortar y apuГ±alar. PracticГі hasta transpirar, cuando el poste se movГa a una velocidad que podГa magullarlo o herirlo si incluso calculaba mal una sola vez.
Finalmente, retrocediГі e hizo el saludo que habГa visto que hacГan los espadachines a sus oponentes, antes de revisar el daГ±o de su espada. No tenГa cortes ni rajaduras. Eso era algo bueno.
–Tienes una buena técnica —dijo una voz, y Devin se volteó.
Frente a Г©l vio a un hombre de unos treinta aГ±os, con pantalones cortos y una camisa ajustada al cuerpo para evitar que la tela se enredara en la trayectoria de una espada. TenГa el cabello largo y oscuro, atado con trenzas difГciles de deshacer en una pelea y rasgos aguileГ±os que culminaban en unos ojos grises penetrantes. Caminaba con una leve cojera, como si fuera de una herida vieja.
–Pero deberГas quitarle el peso a los talones cuando te volteas; hace que sea mГЎs difГcil estabilizarte hasta que completas el movimiento.
–Tú…TГє eres Wendros, el maestro espadachГn —dijo Devin.
En la Casa habГa muchos maestros espadachines, pero los nobles pagaban mГЎs por aprender con Wendros, algunos incluso despuГ©s de aГ±os de espera.
–¿Lo soy? —Se tomГі un momento para observar su reflejo en una armadura de placas—. Pues, sГ lo soy. Hum, entonces si fuera tГє, yo prestarГa atenciГіn a lo que dije. Dicen que yo sГ© todo lo que hay que saber acerca de la espada, como si eso fuera mucho.
–Ahora, escucha otro consejo —agregГі el maestro espadachГn Wendros—. AbandГіnalo.
–¿Qué? —Dijo Devin con asombro.
–Abandona tu intento de convertirte en un espadachГn —le dijo—. Los soldados solo tienen que saber cГіmo parase en lГnea. Ser un guerrero implica mГЎs —Se acercó—. Mucho mГЎs.
Devin no sabГa quГ© decir. SabГa que se referГa a algo mГЎs importante, algo que superaba su sabidurГa; pero no tenГa idea de quГ© podГa ser.
Devin querГa decir algo, pero no le salГan las palabras.
Y de repente, Wendros se volteГі y marchГі hacia la salida del sol.
Devin se encontrГі pensando en el sueГ±o que habГa tenido. No podГa evitar sentir que estaban relacionados.
No podГa evitar sentir como si hoy fuese el dГa que cambiarГa todo.
CAPГЌTULO TRES
La princesa Lenore apenas daba crГ©dito a la belleza del castillo, mientras los criados lo transformaban durante los preparativos para la boda. HabГa pasado de ser una cosa de piedra gris a estar revestido con seda azul y tapices elegantes, cadenas de promesas tejidas y abalorios colgantes. Alrededor de ella, una decena de doncellas se mantenГan ocupadas con elementos de vestidos y decoraciones, yendo de un lado para otro como un enjambre de abejas obreras.
Lo hacГan por ella, y Lenore estaba realmente agradecida por ello, aГєn sabiendo que, como princesa, debГa esperarlo. A Lenore siempre le habГa parecido increГble que los demГЎs estuviesen preparados para hacer mucho por ella, simplemente por quiГ©n era ella. Valoraba la belleza casi mГЎs que a cualquier otra cosa, y allГ estaban ellos, arreglando el castillo con seda y encaje para que luciera magnГfico…
–Estás perfecta —dijo su madre.
La reina Aethe estaba dando instrucciones en el centro de todo, luciendo resplandeciente en terciopelo oscuro y alhajas brillantes mientras lo hacГa.
–¿Lo crees?—preguntó Lenore.
Su madre la llevГі a pararse en frente del enorme espejo que las criadas habГan colocado. En Г©l, Lenore pudo ver las similitudes entres ellas, desde el cabello casi negro a la complexiГіn alta y delgada. Excepto Greave, todos sus hermanos se parecГan a su padre, pero Lenore era definitivamente la hija de su madre.
Gracias al esfuerzo de las criadas, brillaba entre sedas y diamantes, su cabello estaba trenzado con hilo azul y su vestido bordado en plata. Su madre hizo cambios mГnimos y luego la besГі en la mejilla.
–Estás perfecta, exactamente como debe estar una princesa.
Viniendo de su madre, ese era el mayor halago que podГa recibir. Siempre le habГa dicho a Lenore que como la hermana mayor, su deber era ser la princesa que el reino necesitaba y verse y actuar como tal en todo momento. Lenore hacГa lo mejor que podГa, con la esperanza de que fuese suficiente. Nunca parecГa serlo, pero aГєn asГ Lenore intentaba estar a la altura de todo lo que debГa ser.
Por supuesto, eso tambiГ©n permitГa que sus hermanas menores fueran… otras cosas. Lenore deseaba que Nerra y Erin tambiГ©n estuviesen allГ. Oh, Erin se estarГa quejando de que le confeccionaran un vestido y Nerra probablemente tendrГa que detenerse a medio camino por sentirse indispuesta, pero Lenore querГa verlas allГ mГЎs que a nadie.
Bueno, habГa UNA persona.
–¿Cuándo llega él? —le preguntó Lenore a su madre.
–Dicen que el sГ©quito del duque Viris llegГі a la ciudad esta maГ±ana —le dijo su madre—. Su hijo deberГa estar entre ellos.
–¿De veras?
Lenore corriГі inmediatamente hacia la ventana y el balcГіn mГЎs cercanos, inclinГЎndose sobre el balcГіn, como si estar un poco mГЎs cerca de la ciudad le permitiera ver a su prometido cuando llegara. BuscГі sobre las islas conectadas por puentes constituГan Royalsport, pero desde esa altura no era posible distinguir individuos, solo los cГrculos concГ©ntricos que formaba el agua entre las islas, y los edificios que se erigГan entre ellas. PodГa ver las barracas de los guardias, de donde los hombres salГan en masa cuando la marea estaba baja para dirigir el trГЎfico por los rГos, y las Casas de Armas y de Suspiros, del Conocimiento y de Mercaderes, cada una en el corazГіn de su distrito. Estaban las casas de la poblaciГіn mГЎs pobre en las islas hacia los lГmites de la ciudad, y las magnГficas casas de los adinerados, cercanas a la ciudad, algunas incluso en su propia isla. Por supuesto que el castillo sobrepasaba todo eso, pero eso no querГa decir que Lenore pudiera encontrar al hombre con quien se iba a casar.
–Estará aquà —le prometió su madre—. Tu padre ha organizado una caza para mañana como parte de las celebraciones, y el duque no se arriesgará a perdérsela.
–¿Su hijo vendrá para la caza de mi padre, pero no para verme a m� —le preguntó Lenore.
Por un momento se sintiГі nerviosa como una niГ±a, no como una mujer de dieciocho veranos. Era demasiado fГЎcil imaginarse que Г©l no la deseara ni la amara en un matrimonio arreglado como este.
–Él te verГЎ, y te amará—le prometiГі su madre—. ВїCГіmo podrГa no hacerlo?
–No lo sé, madre… Ni siquiera me conoce—dijo Lenore, sintiendo que los nervios la amenazaban con agobiarla.
–Te conocerá muy pronto, y… —Su madre hizo una pausa al sentir que golpeaban la puerta de la cámara—. Adelante.
EntrГі otra doncella, esta con vestimenta menos elaborada que las otras; una criada del castillo mГЎs que de la princesa.
–Su majestad, su alteza —dijo con una reverencia—. Me han enviado para informarles que el hijo del duque Viris, Finnal, ha llegado, y está esperando en la antecámara mayor si tienen tiempo de conocerlo antes del banquete.
Ah, el banquete. Su padre habГa declarado una semana de banquete y mГЎs, lleno de entretenimientos y abierto para todos.
–¿Si tengo tiempo? —dijo Lenore, y luego recordГі cГіmo se hacГan las cosas en la corte.
DespuГ©s de todo, era una princesa.
–Por supuesto. Por favor, dile a Finnal que bajaré inmediatamente —se volvió hacia su madre— ¿Padre puede permitirse ser tan generoso con el banquete? —le preguntó—. No soy… No merezco una semana entera y más, y esto consumirá nuestras reservas de dinero y alimentos.
–Tu padre quiere ser generoso —dijo la madre de Lenore—. Él dice que la caza de mañana traerá suficientes presas para compensarlo —se rió—. Mi esposo aún se cree el gran cazador.
–Y es una Buena oportunidad para organizar las cosas mientras la gente está ocupada con el banquete —supuso Lenore.
–Eso también —dijo su madre—. Bueno, si va a haber un banquete debemos asegurarnos de que tengas la apariencia adecuada, Lenore.
SiguiГі inquieta alrededor de Lenore por unos instantes mГЎs, y Lenore esperaba verse lo suficientemente bien.
–Ahora, ¿vamos a conocer a tu futuro esposo?
Lenore asintiГі sin poder calmar el entusiasmo que prГЎcticamente explotaba de su pecho. CaminГі con su madre y con su grupito de doncellas a lo largo del castillo hacia la antecГЎmara que conducГa al salГіn principal.
HabГa mucha gente en el castillo, todos trabajando en los preparativos para la boda, y tambiГ©n muchos de ellos en direcciГіn al salГіn principal. El castillo era un lugar de esquinas zigzagueantes y de salas que conducГan a otras salas; toda la distribuciГіn formaba un espiral al igual que la disposiciГіn de la ciudad, para que cualquier atacante tuviese que enfrentar capa tras capa de defensa. Aunque sus ancestros habГan hecho del Castillo mГЎs que algo con defensas de piedra gris, cada sala estaba pintada con colores tan vivos que parecГan traer al mundo exterior hacia adentro. Bueno, quizГЎs no la ciudad, demasiado apagada por la lluvia, el barro, el humo y los vapores sofocantes.
Lenore se dirigiГі por una galerГa con pinturas de sus ancestros en una pared, cada uno parecГa mГЎs fuerte y refinado que el anterior. Desde allГ tomГі las escaleras serpenteantes que llevaban a una serie de salas de recepciГіn hacia un ГЎrea en donde habГa una antecГЎmara previa al salГіn principal. Se detuvo frente a la puerta con su madre, esperando que los criados la abrieran y la anunciaran.
–La princesa Lenore del Reino del Norte y su madre, la reina Aethe.
Entraron, y allГ estaba Г©l.
Era…perfecto. No habГa otra palabra para describirlo mientras se volteaba hacia Lenore, inclinГЎndose en la reverencia mГЎs elegante que habГa visto en mucho tiempo. TenГa el cabello oscuro con rizos cortos y esplГ©ndidos, sus rasgos eran refinados, casi hermosos, y una silueta que parecГa esbelta y atlГ©tica, vestida con un jubГіn rojo y calzas grises. ParecГa ser uno o dos aГ±os mayor a Lenore, pero eso la entusiasmaba mГЎs que asustarla.
–Su majestad —dijo él mirando a la madre de Lenore—Princesa Lenore. Soy Finnal de la Casa Viris. Solo diré que he estado esperando este momento por mucho tiempo. Eres aún más bonita de lo que pensaba.
Lenore se avergonzГі, pero no se ruborizГі. Su madre siempre le decГa que era impropio. Cuando Finnal extendiГі la mano, ella la tomГі lo mГЎs elegantemente posible, sintiendo la fuerza de esas manos, imaginГЎndose como serГa si la empujaran hacia Г©l para poder besarse, o mГЎs que besarse…
–A tu lado, difГcilmente me siento bonita —dijo ella.
–Si yo brillo es solo con el reflejo de tu luz —le respondió él.
Tan apuesto, Вїy tambiГ©n podГa elogiar de forma tan poГ©tica?
–Me cuesta creer que en una semana estaremos casados —dijo Lenore.
–QuizГЎs sea porque nosotros no tuvimos que negociar el matrimonio durante largos meses —respondiГі Finnal, y sonriГі hermosamente—. Pero me alegra que nuestros padres lo hayan hecho —. MirГі alrededor de la sala, a su madre y a las criadas que estaban allà —. Es casi una lГЎstima no tenerte aquГ para mГ solo, princesa, pero quizГЎs sea mejor asГ. Me temo que me perderГa en tu mirada, y luego tu padre se enojarГa conmigo por perderme la mayor parte del banquete.
–¿Siempre haces cumplidos tan lindos? —le preguntó Lenore.
–Solo cuando son justificados —respondió él.
Lenore se quedГі enganchada pensando en Г©l mientras esperaba a su lado frente a la puerta que habГa entre la antecГЎmara y el salГіn principal. Cuando los criados la abrieron, pudo ver el banquete en pleno movimiento; escuchГі la mГєsica de los trovadores y vio a los acrГіbatas entreteniendo al final del salГіn, en donde se sentaban los plebeyos.
–DeberГamos entrar —dijo su madre—. Tu padre sin dudas querrГЎ demostrar que aprueba este matrimonio, y estoy segura de que querrГЎ ver lo feliz que estГЎs. Porque ВїestГЎs feliz, Lenore?
Lenore mirГі a los ojos a su prometido y solo pudo asentir.
–Sà —dijo ella.
–Y yo me esforzaré por que sigas sintiéndote asà —dijo Finnal.
Le tomГі la mano y la acercГі a sus labios, y ese contacto intensificГі el calor en Lenore. Se encontrГі imaginГЎndose todos los lugares en donde Г©l podrГa besarla, y Finnal volviГі a sonreГrle como si supiera el efecto que habГa causado.
–Muy pronto, mi amor.
ВїSu amor? ВїLenore ya lo amaba, aunque reciГ©n lo hubiese conocido? ВїPodГa amarlo cuando solo habГan tenido ese breve contacto? Lenore sabГa que era ridГculo pensar que podГa, eran las cosas que decГan las canciones de los bardos, pero en ese momento lo sentГa. Oh, cГіmo lo sentГa.
Se adelantГі en perfecta sintonГa con Finnal, sonriendo, consciente de que juntos deberГan parecer como algo salido de una leyenda para aquellos que los observaban, moviГ©ndose al unГsono, unidos. Pronto lo estarГan, y ese pensamiento era mГЎs que suficiente para Lenore mientras iban a sumarse al banquete.
Nada, pensГі, podrГa arruinar este momento.
CAPГЌTULO CUATRO
El prГncipe Vars vaciГі una jarra de ale, asegurГЎndose de tener una buena vista de Lyril mientras lo hacГa. Ella estaba sentada sobre su cama, aГєn desnuda, y observГЎndolo con el mismo interГ©s, con los moretones de la noche anterior apenas asomГЎndose.
Como deberГa, pensГі Vars. DespuГ©s de todo, Г©l era un prГncipe de sangre, quizГЎs no tan musculoso como su hermano mayor, pero a sus veintiГєn aГ±os aГєn era joven, aГєn apuesto. Ella deberГa mirarlo con interГ©s, sumisiГіn y quizГЎs con miedo, si pudiese adivinar las cosas que Г©l pensaba hacerle en ese momento.
No, por ahora era mejor no hacerlo. Ser violento con ella era una cosa, pero ella tenГa la nobleza suficiente para que fuese importante. SerГa mejor descargarse plenamente con alguien a quien nadie fuese a extraГ±ar.
Por su parte, Lyril era muy hermosa, por supuesto, porque Vars no se acostarГa con ella si no lo fuese: pelirroja y con la piel color crema, con buen cuerpo y ojos verdes. Era la hija mayor de un noble que se creГa mercader, o un mercader que habГa comprado un tГtulo de nobleza, Vars no recordaba cuГЎl de las dos, y tampoco le importaba. Ella era inferior a Г©l, por lo que hacГa lo que Г©l le ordenaba. ВїQuГ© mГЎs necesitaba?
–¿Has visto suficiente, mi prГncipe? —le preguntГі ella.
Se levantГі y caminГі hacia Г©l. A Vars le gustaba la forma en que ella lo hacГa. Le gustaba la forma en que hacГa muchas cosas.
–Mi padre quiere que vaya de caza con él mañana —dijo Vars.
–PodrГa cabalgar contigo —dijo Lyril—. Observarte y ofrecerte mis favores mientras cabalgas.
Vars se riГі, y si eso la herГa Вїa quiГ©n le importaba? AdemГЎs, a esta altura Lyril ya deberГa estar acostumbrada. Habitualmente, se acostaba con mujeres por un tiempo hasta que se aburrГa de ellas, o ellas deambulaban a otra parte, o Г©l las lastimaba demasiado y ellas huГan. Lyril le habГa durado mГЎs que la mayorГa, aГ±os, aunque obviamente habГa habido otras al mismo tiempo.
–¿Te avergüenza que te vean conmigo? —preguntó ella.
Vars se acercГі a ella, deteniГ©ndola con la mirada. En ese momento de temor, era tan hermosa como cualquier otra que Г©l hubiese visto.
–Haré lo que me plazca —dijo Vars.
–SГ, mi prГncipe —respondiГі ella, con otro temblor que hizo que los brazos de Vars se estremecieran de deseo.
–Eres tan bonita como cualquier otra mujer, y de cuna noble, y perfecta —dijo él.
–Entonces ¿por qué te está tomando tanto tiempo casarte conmigo? —Preguntó Lyril.
Era una vieja discusiГіn.
Le habГa estado preguntando, insinuando y comentando desde que Vars tenГa memoria.
Dio un paso adelante, rГЎpido y brusco, y la tomГі del cabello.
–¿Casarme contigo? ВїPor quГ© deberГa casarme contigo? ВїCrees que eres especial?
–Debo serlo —argumentó—. O un prГncipe como tГє nunca me hubiese querido.
En eso tenГa razГіn.
–Muy pronto —dijo Vars, reprimiendo la ira súbita—. Cuando el momento sea apropiado.
–¿Y cuándo será apropiado? —exigió Lyril.
Se comenzГі a vestir, y solo con verla hacerlo era suficiente para que Vars quisiera volver a desvestirla. Se acercГі a ella y la besГі profundamente.
–Pronto —prometió Vars, porque era fácil prometer—. Sin embargo, por ahora…
–Por ahora se supone que vayamos al banquete de tu padre para celebrar la llegada del prometido de tu hermana —dijo Lyril.
PermaneciГі pensativa por un momento.
–Me pregunto si será apuesto.
Vars la girГі hacia Г©l y la sujetГі con fuerza entre sus brazos, haciendo que jadeara.
–¿No soy suficiente para ti?
–Suficiente y más que suficiente.
La trampa hizo gruГ±ir a Vars. Luego encontrГі una petaca de vino y le dio unos sorbos mientras iba a vestirse. Se la ofreciГі a Lyril, quien tambiГ©n tomГі unos tragos. Salieron y se dirigieron por los caminos zigzagueantes del castillo hacia el salГіn principal.
–Su alteza, seГ±ora mГa —dijo un criado mientras ellos pasaban—, el banquete ya ha comenzado.
Vars atacГі al hombre.
–¿Crees que necesito que me lo digas? ¿Crees que soy estúpido o que no tengo idea de la hora?
–No, mi prГncipe, pero su padre…
–Mi padre estarГЎ ocupado con sus asuntos polГticos o escuchando como Rodry se jacta de lo que sea que mi hermano haya hecho ahora —dijo Vars.
–Como usted diga, su alteza —dijo el hombre, y atinó a marcharse.
–Espera —dijo Lyril—. ВїCrees que puedes marcharte asГ como asГ? DeberГas disculparte con el prГncipe y conmigo por interrumpirnos.
–SГ, por supuesto —dijo el criado—. Estoy muy…
–Una verdadera disculpa —dijo Lyril— ArrodГllate.
El hombre vacilГі por un momento, y Vars se lanzГі de lleno.
–Hazlo.
El criado se puso de rodillas.
–Pido disculpas por haberlos interrumpido, su alteza, seГ±ora mГa. No debГ haberlo hecho.
Vars vio que Lyril sonreГa.
–No —dijo ella—. Ahora vete, fuera de nuestra vista.
El criado saliГі prГЎcticamente corriendo ante su orden, como un galgo detrГЎs de un conejo. Vars se rio mientras se iba.
–A veces puedes ser deliciosamente cruel —dijo él.
Le gustaba eso de ella.
–Solo cuando es divertido —respondió Lyril.
Continuaron su camino hacia el banquete. Por supuesto que para cuando entraron estaba en pleno auge, todos tomaban y bailaban, comГan y se divertГan. Vars podГa ver a su media-hermana al frente, el centro de atenciГіn junto con su futuro esposo. No entendГa por quГ© la hija de la segunda esposa del rey justificaba tanta atenciГіn.
Ya era suficiente que Rodry estuviese allГ con un grupo de jГіvenes nobles en una esquina, admirГЎndolo mientras Г©l contaba historias de sus hazaГ±as una y otra vez. ВїPor quГ© el destino habГa considerado conveniente que Г©l fuese el mayor? Vars no le encontraba sentido cuando era obvio que Rodry era tan apropiado para su futuro rol de rey como Г©l era para volar aleteando sus brazos demasiado musculosos.
–Por supuesto, una boda como esta ofrece posibilidades —dijo Lyril—Reúne a tantos lores y ladies…
–Que luego podrán convertirse en nuestros amigos – dijo Vars.
Г‰l entendГa cГіmo funcionaba el juego.
–Por supuesto, es mГЎs fГЎcil si uno conoce sus debilidades. ВїSabГas que el conde Durris allГ tiene la debilidad de fumar ГЎmbar de sangre?
–No lo sabГa —dijo Lyril.
–Ni lo sabrá nadie más si él se acuerda que soy su amigo —dijo Vars.
Г‰l y Lyril siguieron por la multitud, dejГЎndose llevar lentamente en direcciones opuestas. La podГa ver estudiando detenidamente a las mujeres, intentando decidir en todas las formas en que eran menos bonitos que ella, o mГЎs dГ©biles, o simplemente no estaban a su nivel. Probablemente intentaba decidir tambiГ©n todas las ventajas que podГa ganar con ellas. HabГa una frialdad en ese examen que a Vars le gustaba. QuizГЎs era una de las razones por las que habГa estado con ella por tanto tiempo.
–Por supuesto, esa es otra razГіn para no participar de la cacerГa de maГ±ana —dijo Г©l—. Con todos los idiotas lejos puedo hacer lo que me plazca, quizГЎs hasta pueda acomodar las cosas a mi favor.
–¿EscuchГ© que alguien mencionaba la cacerГa?
La voz de su hermano era estridente y fanfarrona, como de costumbre. Vars se volteГі hacia Rodry, con la risa forzada que habГa aprendido a utilizar durante gran parte de su niГ±ez.
–Rodry, hermano —le dijo—. No me habГa dado cuenta de que habГa vuelto de…¿me repites a dГіnde fueron con mi padre?
Rodry se encogiГі de hombros.
–PodrГas haber venido y haberlo descubierto.
–Ah, pero tú fuiste corriendo —dijo Vars— y eres el que a él le importa.
Si Rodry habГa captado la aspereza con que lo habГa dicho, no lo demostraba.
–Vamos —dijo Rodry, dándole una palmada en la espalda— Acompáñame a mà y a mis amigos.
Lo decГa como si acompaГ±ar al puГ±ado de tontos jГіvenes que prГЎcticamente lo adoraban como a un hГ©roe fuese un gran obsequio, mГЎs que un horror por el que Vars hubiese pagado oro puro por evitar. Jugaban a ser como los Caballeros de la Espuela de su padre, pero ninguno de ellos habГa llegado a ser alguien hasta ahora. Su sonrisa se volviГі mГЎs tensa mientras caminaba hacia el centro del grupo, y tomГі un cГЎliz de vino para distraerse. En un breve instanteВ lo vaciГі, asГ que tomГі otro.
–Estamos hablando de todas nuestras cacerГas —dijo Rodry—. Berwick dice que una vez derribГі a un jabalГ con una daga.
Uno de los jГіvenes que estaba allГ hizo una reverencia que hizo que Vars quisiera darle un golpe en la cabeza.
–Me corneó dos veces.
–Entonces quizás debiste usar una jabalina —dijo Vars.
–Mi jabalina se quebró en los campos de entrenamiento de la Casa de las Armas —dijo Berwick.
–¿Cuándo fue la última vez que pisaste los campos de entrenamiento, hermano? —Le preguntó Rodry, obviamente sabiendo la respuesta— ¿Cuándo te unirás a los caballeros, como lo hice yo?
–Yo entreno con la espada —dijo Vars, en un tono mГЎs defensivo del que hubiese debido—. Solo creo que hay cosas mГЎs Гєtiles que hacer que pasar todo el dГa haciГ©ndolo.
–O quizás no te guste la idea de enfrentarte a un enemigo preparado para derribarte, ¿eh, hermano? —Dijo Rodry, dándole un golpecito en el hombro—. De la misma forma en que no te gusta salir a cazar, por si te llegara a pasar algo.
Г‰l se rio, y lo mГЎs cruel era que su hermano probablemente no lo consideraba como un comentario hiriente. Rodry no era un hombre que fuese por el mundo con preocupaciones, despuГ©s de todo.
–¿Estás diciendo que soy un cobarde, Rodry? —dijo Vars.
–Oh no —dijo Rodry—. Hay algunos hombres que están destinados a salir a pelear, y otros que es mejor que se queden en su casa, ¿verdad?
–PodrГa cazar si quisiera hacerlo —dijo Vars.
–Ah, ВЎel caballero valiente! —Dijo Rodry, y eso produjo otra de esas carcajadas que nadie considerarГa cruel excepto Vars—. ВЎBueno, entonces deberГas venir con nosotros! Vamos a ir a la ciudad para asegurarnos de tener las armas que necesitamos para maГ±ana.
–¿Y dejar el banquete? —Replicó Vars.
–El banquete durarГЎ dГas —le contestГі Rodry—. Vamos, podemos elegirte una buena jabalina para que nos muestres cГіmo cazar un jabalГ.
Vars deseГі poder darse la vuelta, o aГєn mejor, estrellarle la cara a su hermano en la mesa mГЎs cercana. QuizГЎs seguir estrellГЎndola hasta que se hiciese aГ±icos, y Г©l quedara como el heredero que siempre debiГі haber sido. En cambio, Г©l sabГa que iba a tener que ir a la ciudad, cruzar los puentes, pero al menos allГ podrГa encontrar a alguien en quien descargar su ira. SГ, Vars estaba esperando eso con ansias, y mГЎs que eso. QuizГЎs incluso llegar a ser rey algГєn dГa.
Aunque por ahora, la parte de Г©l que le gritaba que se mantuviese a salvo para evitar el peligro, le decГa que no confrontara a su hermano. No, esperarГa para eso.
Pero quien se cruzara en su camino en la ciudad, se las iba a pagar.
CAPГЌTULO CINCO
Devin blandiГі su martillo y aporreГі la masa de metal que se convertirГa en una hoja. Los mГєsculos de su espalda le dolГan al hacerlo, y el calor de la forja hacГa que la traspiraciГіn le traspasara la ropa. En la Casa de las Armas siempre hacГa calor, y asГ de cerca a una de las forjas era casi insoportable.
–Lo estás hacienda bien, niño —dijo el viejo Gund.
–Tengo dieciséis, no soy un niño —dijo Devin.
–SГ, pero aГєn tienes el tamaГ±o de uno. AdemГЎs, para un hombre viejo como yo, ustedes son todos niГ±os.
Devin se encogiГі de hombros. Г‰l sabГa que, para cualquiera que estuviese mirando, Г©l no debГa parecer un herrero, pero Г©l pensaba. El metal requerГa pensamiento para realmente entenderlo. Las sutiles gradaciones de calor y los diseГ±os del acero que podГan hacer de un arma defectuosa una perfecta eran casi mГЎgicos, y Devin estaba decidido a saberlos todos, a entenderlos realmente.
–Con cuidado o se enfriará demasiado —dijo Gund.
RГЎpidamente, Devin devolviГі el metal hacia el calor, observando su tono hasta que estuvo en el punto correcto, y luego lo apartГі para trabajar en Г©l. Estaba cerca, pero aГєn no estaba del todo bien, habГa algo en el filo que no era perfecto. Devin lo sabГa con la misma seguridad con la que distinguГa la derecha de la izquierda.
AГєn era joven, pero sabГa de armas. SabГa las mejores formas de fabricarlas y afilarlas…incluso sabГa cГіmo blandirlas, aunque sus padres y el maestro Wendros parecГan decididos a impedГrselo. El entrenamiento que ofrecГa la Casa de las Armas era para nobles, hombres jГіvenes que venГan a aprender de los mejores maestros de la espada, lo que incluГa al increГblemente talentoso Wendros. Devin tenГa que hacerlo solo, practicar con todo desde espadas a hachas, de lanzas a cuchillos, cortar los postes y esperar que lo hiciera bien.
Un clamor cerca del frente de la Casa llamГі brevemente su atenciГіn. Las enormes puertas de metal del frente estaban abiertas, en perfecto equilibrio para abrirse al mГnimo toque. Los hombres jГіvenes que habГan entrado eran claramente de la nobleza, y era casi igual de claro que estaban un poco borrachos. Estar borracho en la Casa de las Armas era peligroso. Un hombre que llegara a trabajar borracho era enviado de vuelta a su casa, y si lo hacГa mГЎs de una vez, lo echaban.
Incluso se echaba a los clientes si no estaban lo suficientemente sobrios. Un hombre borracho con una cuchilla era peligroso, incluso si esa no era su intenciГіn. En cambio estos…vestГan los colores de la realeza, y no ser cortГ©s era arriesgar mГЎs que el trabajo.
–Necesitamos armas —dijo el que estaba al frente.
Devin reconociГі inmediatamente al prГncipe Rodry por las historias acerca de Г©l si no en persona.
–MaГ±ana habrГЎ una cacerГa, y probablemente un torneo despuГ©s de la boda.
Gund se acercГі a ellos porque era uno de los maestros herreros de allГ. Devin mantuvo su atenciГіn en la espada que estaba forjando, porque el mГnimo error podГa generar burbujas de aire que formarГan rajaduras. Era motivo de orgullo que las armas que Г©l forjaba no se quebraban o destrozaban al golpearlas.
A pesar de que el metal necesitaba su atenciГіn, Devin no pudo quitarles los ojos a los jГіvenes nobles que habГan llegado. ParecГan tener mГЎs o menos su edad; eran muchachos intentando hacerse amigos del prГncipe mГЎs que Caballeros de la Espuela que servГan a su padre. Gund empezГі a mostrarles lanzas y hojas que podГan ser apropiadas para los ejГ©rcitos del rey, pero ellos las desestimaron rГЎpidamente.
–¡Esos son los hijos del rey! —dijo uno de los hombres, gesticulando al prГncipe Rodry primero y luego a otro hombre que Devin supuso que serГa el prГncipe Vars, solo por no tener la apariencia suficientemente delgada, sombrГa y afeminada del prГncipe Greave.
–Merecen algo más fino que esto.
Gund empezГі a mostrarles cosas mГЎs finas, con mango dorado o decoraciГіn grabada en las puntas de las lanzas. Incluso les mostrГі las de mejor calidad, con capas y capas del mГЎs fino acero, diseГ±os ondulantes impresos por medio de arcilla tratada en calor y con un filo que les permitГa usarlas como cuchillas de ser necesario.
–Demasiado finas para ellos —murmurГі Devin para sГ.
TomГі la espada que estaba forjando y la contemplГі. Estaba lista. La calentГі una vez mГЎs y se aprontГі para sofocarla en la larga tina de aceite oscuro que la esperaba.
Pudo deducir por la forma en que levantaban las armas y las agitaban que la mayorГa de ellos no tenГa idea de lo que hacГan. QuizГЎs el prГncipe Rodry sГ, pero Г©l estaba del otro lado del piso principal de la Casa, probando una lanza enorme con la punta en forma de hoja, haciГ©ndola girar con el dominio de la prГЎctica. En cambio, los que estaban con Г©l parecГan estar jugando a ser caballeros mГЎs que ser realmente caballeros. Devin podГa notar la torpeza en algunos de sus movimientos y como la manera de agarrarlas era sutilmente incorrecta.
–Un hombre deberГa conocer las armas que fabrica y usa —dijo Devin mientras sumergГa la espada que habГa forjado en la zanja.
Por un momento flameГі y ardiГі, luego siseГі mientras se enfriaba lentamente.
Г‰l practicaba con espadas para saber cuando estaban listas para un guerrero entrenado. Trabajaba en su equilibrio y flexibilidad asГ como tambiГ©n en su fuerza, porque le parecГa que un hombre debГa forjarse a sГ mismo como a cualquier arma. Ambas cosas le resultaban difГciles. Saber de las cosas era mГЎs fГЎcil para Г©l, hacer las herramientas perfectas, entender el momento en que…
Un estruendo que vino desde donde los nobles estaban jugando con las armas llamГі su atenciГіn, y la mirada de Devin girГі a tiempo para ver al prГncipe Vars en medio de una pila de armaduras que se habГa desplomado de su soporte. Miraba con furia a Nem, otro de los muchachos que trabajaba en la Casa de las Armas. Nem habГa sido amigo de Devin desde siempre, era corpulento y demasiado bien alimentado, quizГЎs no era el mГЎs inteligente pero con sus manos podГa fabricar los trabajos en metal mГЎs finos. El prГncipe Vars lo empujГі rГЎpidamente, como Devin podrГa haber empujado una puerta atascada.
–¡EstГєpido muchacho!—dijo el prГncipe Vars de mala manera—. ВїNo puedes ver por dГіnde vas?
–Lo siento, mi señor —dijo Nem—, pero fue usted quien se tropezó conmigo.
Devin contuvo la respiraciГіn porque sabГa lo peligroso que era contestarle a cualquier noble, y mucho menos a uno borracho. El prГncipe Vars se enderezГі completamente y luego golpeГі a Nem en la oreja lo suficientemente fuerte como para hacerlo rodar entre el acero. Г‰l chillГі y se levantГі con sangre, algo filoso le habГa cortado en el brazo.
–¿CГіmo te atreves a contestarme? —Dijo el prГncipe—. Yo digo que te tropezaste conmigo, Вїy tГє me llamas mentiroso?
QuizГЎs otros habГan venido enojados, listos para pelear, pero a pesar de su tamaГ±o, Nem siempre habГa sido amable. Solamente parecГa herido y perplejo.
Devin vacilГі por un momento, mirando alrededor para ver si alguno de los otros iba a intervenir. Aunque ninguno de los que estaban con el prГncipe Rodry parecГa que fuese a intervenir, probablemente les preocupaba demasiado insultar a alguien que de rango superior incluso siendo nobles, y alguno de ellos quizГЎs pensara que su amigo realmente se merecГa una golpiza por lo que fuera que creyesen que Г©l habГa hecho.
En cuanto al prГncipe Rodry, aГєn estaba del otro lado de ese piso de la Casa, probando una lanza. Si habГa escuchado el escГЎndalo en medio del alboroto de los martillos y el rugido intense de la forja, no lo demostraba. Gund no iba a interferir, porque el anciano no habГa sobrevivido tanto tiempo en el ambiente de la forja por causar problemas a sus superiores.
Devin sabГa que tambiГ©n debГa mantenerse al margen, aГєn cuando vio que el prГncipe volvГa a levantar la mano.
–¿Vas a disculparte? —exigió Vars.
–¡No hice nada! —insistió Nem, probablemente demasiado aturdido para recordar cómo funcionaba el mundo y, a decir verdad, no era particularmente inteligente cuando se trataba de cosas como esta.
Г‰l aГєn creГa que el mundo era justo, y que no hacer nada malo era una excusa suficiente.
–Nadie me habla de esa manera – dijo el prГncipe Vars, y volviГі a golpear a Nem—. Te voy a enseГ±ar modales a los golpes, y cuando termine contigo me agradecerГЎs por la lecciГіn. Y si te confundes mi tГtulo en tu agradecimiento, aprenderГЎs eso a los golpes tambiГ©n. O, no, voy a darte una verdadera lecciГіn.
Devin sabГa que no debГa hacer nada, porque Г©l era mГЎs grande que Nem y sabГa cГіmo funcionaba el mundo. Si un prГncipe de sangre te pisa los talones te disculpas, o le agradeces por tener ese privilegio. Si quiere tu mejor trabajo, se lo vendes, aГєn si parece que no puede blandirlo correctamente. No interfieres, no intervienes, porque eso implica consecuencias para ti y tu familia.
Devin tenГa una familia afuera, mГЎs allГЎ de los muros de la Casa de las Armas. No querГa que la lastimaran solo por haberse exaltado y no le haberle importado sus modales. Aunque tampoco querГa permanecer al margen y ver cГіmo golpeaban sin sentido a un muchacho por el capricho de un prГncipe borracho. ApretГі con fuerza el martillo y luego lo soltГі, intentando obligarse a mantener distancia.
Entonces, el prГncipe Vars sujetГі a Nem de la mano. La forzГі hacia abajo sobre uno de los yunques.
–Veamos qué tan buen herrero eres con una mano quebrada —dijo él.
TomГі un martillo y lo alzГі, y en ese momento Devin supo lo que ocurrirГa si no hacГa algo. Se le acelerГі el corazГіn.
Sin pensarlo, Devin se lanzГі hacia adelante y sujetГі al prГncipe del brazo. No desviГі mucho el golpe, pero fue suficiente para que no le diera a Nem en la mano y golpeara el hierro del yunque.
Devin siguiГі sujetГЎndolo, por si acaso el prГncipe intentaba golpearlo a Г©l.
–¿QuГ©? —Dijo el prГncipe Vars— QuГtame las manos de encima.
Devin resistiГі, sujetГЎndolo con la mano. A esta distancia, Devin pudo sentirle el aliento a alcohol.
–No si va a seguir golpeando a mi amigo —dijo Devin.
Г‰l sabГa que por solo sujetar al prГncipe se habГa metido en problemas, pero ahora era demasiado tarde.
–Nem no entiende, y Г©l no fue la razГіn por la que derribГі la mitad de las armaduras que hay aquГ. Esa serГa la bebida.
–QuГtame la mano de encima, dije —repitiГі el prГncipe, y moviГі la otra mano hacia el cuchillo de cocina que tenГa en el cinturГіn.
Devin lo empujГі lo mГЎs suave que pudo. Una parte de Г©l aГєn esperaba que esto fuera pacГfico, aГєn cuando Г©l sabГa exactamente que iba a ocurrir despuГ©s.
–No quiere hacer eso, su alteza.
Vars lo mirГі con furia y aversiГіn pura, respirando con dificultad.
–Yo no soy el que se ha equivocado aquГ, traidor —gruГ±Гі el prГncipe Vars con voz fulminante.
Vars soltГі el martillo y levantГі una espada de uno de los bancos, aunque para Devin era obvio que no era un experto.
–Asà es, eres un traidor. Atacar a un integrante de la realeza es traición, y los traidores mueren por ello.
BalanceГі la espada hacia Devin, y de forma instintiva, Devin atrapГі lo que pudo encontrar. ResultГі ser uno de sus martillos de forja, y lo alzГі para bloquear el golpe, escuchando el ruido del metal sobre el metal mientras evitaba que la espada le diera en la cabeza. El impacto le hizo sacudir las manos, y ahora no habГa tiempo para pensar. AtrapГі la hoja con la cabeza del martillo y con todas sus fuerzas se la quitГі al prГncipe de un tirГіn, retumbГі en el piso y se sumГі a la pila de armaduras desechadas.
Entonces, se obligГі a detenerse. Estaba furioso de que el prГncipe pudiera venir y golpearlo de esa manera, pero Devin tenГa mucha paciencia. El metal lo requerГa. El hombre que fuera impaciente en la forja era el que terminaba lastimado.
–¿Lo ven? —ClamГі el prГncipe Vars, seГ±alando con un dedo tembloroso por la furia o el miedo—. ВЎГ‰l me ataca! DetГ©nganlo. Quiero que lo arrastren a la celda mГЎs profunda del castillo, y en la maГ±ana ver su cabeza en una pica.
Los jГіvenes a su alrededor parecГan reacios a reaccionar, pero era igual de obvio que no iban a quedarse al margen cuando alguien de baja cuna como Devin se peleaba con el prГncipe. La mayorГa aГєn sostenГa las espadas y lanzas que habГan probado de forma inexperiente, y ahora Devin se encontraba en el medio de un cГrculo de armas, todas apuntГЎndole directo al corazГіn.
–No quiero tener problemas —dijo Devin, sin saber qué más hacer.
DejГі caer el martillo al suelo, porque no le servirГa allГ. ВїQuГ© podГa hacer? ВїIntentar luchar contra muchos de ellos para salir? Aunque sospechaba que tenГa un mejor dominio de la espada que los hombres que estaban allГ, eran demasiados para siquiera intentarlo, y si lo hacГa, ВїquГ© harГa luego? ВїA dГіnde podrГa escaparse, y quГ© significarГa para su familia si lo hiciera?
–QuizГЎs no sea necesaria una celda —dijo el prГncipe Vars—. QuizГЎs le corte la cabeza aquГ, en donde todos puedan verlo. PГіnganlo de rodillas. ВЎDije de rodillas! —repitiГі cuando los otros no o hacГan lo suficientemente rГЎpido.
Cuatro de ellos se adelantaron y empujaron a Devin hacia el suelo, mientras que el resto mantenГa las armas apuntando hacia Г©l. Entre tanto, el prГncipe Vars volviГі a tomar la espada. La levantГі, claramente probando su peso, y en ese momento Devin supo que iba a morir. Lo invadiГі el terror, porque no podГa ver cГіmo escaparse. Por mГЎs que pensara y por mГЎs fuerte que fuera, nada de eso cambiarГa las cosas. Los otros allГ podrГan no estar de acuerdo con lo que el prГncipe estaba a punto de hacer, pero lo apoyarГan de todos modos. PermanecerГan parados allГ, observando mientras el prГncipe blandГa la espada y…
…y el mundo parecГa extender en ese momento, un latido fundiГ©ndose con el prГіximo. En ese instante, fue como si pudiese ver cada mГєsculo de la figura del prГncipe y las chispas de pensamiento que lo impulsaban. En ese momento parecГa muy fГЎcil estirar el brazo y cambiar tan solo uno de ellos.
–¡Ay! ВЎMi brazo! —GritГі el prГncipe Vars, y su espada retumbГі en el suelo.
Devin se volteГі confundido. IntentГі encontrarle sentido a lo que acababa de hacer.
Y estaba aterrorizado de sГ mismo.
El prГncipe estaba allГ parado, sujetГЎndose el brazo y frotГЎndose los dedos para devolverles la sensibilidad.
Devin solo podГa mirarlo. ВїRealmente habГa hecho eso, de alguna forma? ВїCГіmo? ВїCГіmo podГa hacer que a alguien se le acalambrara el brazo con solo pensarlo?
Volvió a recordar el sueño…
–Es suficiente —interrumpió una voz—. Déjalo ir.
El prГncipe Rodry entrГі en el cГrculo de armas y los jГіvenes allГ las bajaron ante su presencia, casi con un suspiro de alivio de que Г©l estuviese allГ.
Devin definitivamente suspirГі, pero mantuvo sus ojos en el prГncipe Vars y el arma que ahora tenГa en la mano menos hГЎbil
–Es suficiente, Vars —dijo Rodry.
Se puso entre medio de Devin y el prГncipe, y el prГncipe Vars dudГі por un momento. Devin pensГі que blandirГa la espada de todos modos, a pesar de la presencia de su hermano.
Entonces arrojГі la espada a un lado.
–No querГa venir aquГ de todos modos —dijo Г©l, y se marchГі.
El prГncipe Rodry se volviГі hacia Devin, y no tuvo que pronunciar otra palabra para que los hombres que lo sujetaban lo liberaran.
–Fuiste muy valiente en defender al muchacho —dijo Г©l, y alzГі la lanza que sostenГa—. Y haces un muy buen trabajo. Me han dicho que este es uno de tus trabajos.
–SГ, su alteza —dijo Devin.
No sabГa quГ© pensar. En cuestiГіn de segundos, habГa pasado de estar seguro de que iba a morir a que lo liberaran, de ser considerado un traidor a que lo halagaran por su trabajo. No tenГa sentido, pero al fin y al cabo, Вїpor quГ© tendrГa que tener sentido en un mundo en el que Г©l habГa, de alguna manera, hecho… magia?
El prГncipe Rodry asintiГі y luego se volteГі para marcharse.
–Ten más cuidado en el futuro. Quizás no esté aquà para salvarte la próxima vez.
Devin estuvo varios minutes hasta que se obligГі a pararse. Respiraba de forma brusca y entrecortada. MirГі a donde estaba Nem, que intentaba mantener la herida en el brazo cerrada. ParecГa asustado y alterado por lo que habГa ocurrido.
El viejo Gund estaba allГ ahora, envolviendo el brazo de Nem con una banda de tela. MirГі a Devin.
–¿TenГas que interferir? —Le preguntГі.
–No podГa dejar que lastimara a Nem —dijo Devin.
Eso era algo que volverГa a hacer, cientos de veces de ser necesario.
–Lo peor que le podГa pasar era que le dieran una paliza —dijo Gund—. Todos hemos sufrido cosas peores. Ahora…debes irte.
–¿Irme? —Dijo Devin— ¿Por hoy?
–Por hoy y todos los dГas que le siguen, idiota —dijo Gund—. ВїCrees que podemos permitir que un hombre que se peleГі con un prГncipe continГєe trabajando en la Casa de las Armas?
Devin sintiГі que el pecho se vaciaba de aire. ВїIrse de la Casa de las Armas? ВїEl Гєnico hogar verdadero que habГa tenido?
–Pero yo no…—comenzó Devin, pero se detuvo.
Г‰l no era Nem para pensar que el mundo serГa de la forma en que Г©l querГa solo porque era lo correcto. Por supuesto que Gund querrГa que Г©l se marchara, Devin habГa sabido lo que podГa costarle esto antes de interferir.
Devin lo mirГі y asintiГі, era todo lo que podГa responder. Se volteГі y empezГі a caminar.
–Espera —gritГі Nem, corriendo hacia su mesa de trabajo y luego volviГі corriendo con algo envuelto en tela— No…no tengo mucho mГЎs. TГє me salvaste. Esto deberГa ser tuyo.
–Lo hice porque soy tu amigo —dijo Devin— No tienes que darme nada.
–Quiero hacerlo —respondió—. Si me hubiese dado en la mano, no podrГa hacer nada mГЎs, asГ que quiero darte algo que hice yo.
Se lo entregГі a Devin, y Devin lo tomГі con cuidado. Al desenvolverlo, vio que era… bueno, no exactamente una espada, sino un cuchillo grande, un messer, allГ estaba, demasiado largo para ser un verdadero cuchillo, pero no lo suficiente para ser una espada. TenГa un solo filo, con una empuГ±adura que sobresalГa en un costado y una punta en forma de cuГ±a. Era un arma de campesino, que hacГa mucho tiempo que ya no formaba parte de las espadas largas y el armamento de los caballeros. Pero era ligera. Mortal. Y hermosa. Con un vistazo, al voltearla y ver su brillo reflejando la luz,В Devin pudo ver que podГa ser mucho mГЎs ГЎgil y mortal que cualquier espada. Era un arma de sigilo, astucia y velocidad. Y era perfecta para la complexiГіn ligera y corta edad de Devin.
–No está terminada —dijo Nem—, pero é que tú puedes terminarla mejor que yo, y el acero es bueno, te lo prometo.
Devin la blandiГі como prueba y sintiГі cГіmo la hoja cortaba el aire. QuerГa decir que era demasiado, que no podГa aceptarla, pero podГa ver que Nem realmente querГa que Г©l la tuviera.
–Gracias, Nem —le dijo.
–¿Ya terminaron? —Dijo Gund, y mirГі a Devin—. No voy a decir que no me lamento porque te marches. Eres un buen trabajador y un herrero mejor que muchos aquГ. Pero no puedes estar aquГ cuando esto se vuelva en contra de nosotros. Tienes que irte, muchacho. Ahora.
Incluso entonces, Devin quiso discutirlo. Pero sabГa que era inГєtil, y se dio cuenta de que ya no querГa estar allГ. No querГa estar en un lugar en donde no lo querГan. Este nunca habГa sido su sueГ±o. Esta habГa sido una manera de sobrevivir. Su sueГ±o siempre habГa sido convertirse en un caballero, y ahora…
Ahora parecГa que sus sueГ±os le deparaban cosas mucho mГЎs extraГ±as. TenГa que deducir quГ© eran esas cosas.
El dГa en que tu vida cambiarГЎ para siempre.
ВїEra esto a lo que se referГa el hechicero?
Devin no tenГa opciГіn. No podГa dar la vuelta ahora, no podГa volver a la forja para volver todo a su lugar.
En cambio, caminГі hacia la ciudad. Hacia su destino.
Y hacia el dГa que tenГa por delante.
CAPГЌTULO SEIS
Nerra caminГі por el bosque sola, deslizГЎndose entre los ГЎrboles, disfrutando de sentir el calor del sol en su rostro. Se imaginГі que, para entonces, todos en el castillo ya se habrГan dado cuentaВ de que se habГa escabullido, pero tambiГ©n sospechГі que no les importarГa tanto. Solo complicarГa las preparaciones para la boda si estuviese allГ. Ella encajaba aquГ entre lo salvaje. EntrelazГі flores en su cabello oscuro dejando que formaran parte de sus trenzas. Se quitГі las botas, las atГі y las colgГі sobre su hombro para poder sentir la tierra bajo sus pies. Su complexiГіn delgada zigzagueaba entre los ГЎrboles casi como una voluta con su vestido de colores otoГ±ales. Por supuesto, era de manga larga. Su madre le habГa machacado esa necesidad hacГaВ mucho tiempo. Su familia podГa saber acerca de su enfermedad, pero nadie mГЎs podГa saberlo.
Amaba la naturaleza. Le encantaba ver a las plantas e identificar sus nombres, campГЎnula y heracleum, roble y olmo, lavanda y champiГ±Гіn. AdemГЎs de sus nombres tambiГ©n sabГa las propiedades de cada una, las cosas para las que podrГan ayudar y el daГ±o que podГan hacer. Una parte de ella deseaba poder pasar el resto de su vida aquГ afuera, libre y en paz. QuizГЎs podrГa convencer a su padre a dejarla construir una casa en el bosque y aprovechar sus conocimientos, sanar a los enfermos y heridos.
Ese pensamiento la hizo sonreГr tristemente, porque aunqueВ sabГa que era un lindo sueГ±o, su padre nunca lo consentirГa, y en cualquier caso…Nerra refrenГі su pensamiento por un momento, pero no podГa hacerlo para siempre. En cualquier caso, no vivirГa tantos aГ±os como para construir ningГєn tipo de vida. La enfermedad mataba o la transformaba demasiado rГЎpido para ello.
Nerra tirГі de una hebra de corteza de sauce que serГa buena para los dolores, colocando las tiras en la bolsa de su cinturГіn.
Probablemente las necesite pronto, supuso. Hoy no sentГa dolor, pero si no eran para ella, quizГЎs entonces para el hijo de la viuda Merril en la ciudad. HabГa escuchado que tenГa fiebre, y Nerra sabГa lidiar con enfermos como cualquier persona.
Quiero tener un dГa sin tener que pensar en eso, pensГі Nerra para sГ.
Como si pensar en ello lo hubiese atraГdo, Nerra sintiГі que se desvanecГa y tuvo que sostenerse de uno de los ГЎrboles. Se aferrГі a Г©l mientras esperaba que se le pasara el mareo, y sintiГі que respiraba con dificultad. TambiГ©n sentГa que le pulsaba el brazo derecho, le picaba y punzaba, como si algo estuviese luchando para liberarse debajo de su piel.
Nerra se sentГі, y allГ, en la privacidad el bosque, hizo lo que nunca harГa en el castillo: se arremangГі, con la esperanza de que el aire fresco del bosque le hiciera bien en donde nunca habГa funcionado nada mГЎs.
La tracerГa de marcas en el brazo ya le era conocida a esta altura, negra y parecida a venas, sobresaliendo en la palidez casi translГєcida de su piel. ВїLas marcas habГan crecido desde la Гєltima vez que las habГa visto? Era difГcil de saber, porque Nerra evitaba mirarla si podГa, y no se atrevГa a mostrarlas a nadie mГЎs. Ni siquiera sus hermanos y hermanas sabГan toda la verdad, solo sabГan de los desmayos, no del resto. Eso le correspondГa a ella, a sus padres, a Maese Gris y al mГ©dico solitario a quien su padre se lo habГa confiado.
Nerra sabГa por quГ©. Aquellos con marcas de escamas eran desterrados o algo aГєn peor, por miedo a que la enfermedad se extendiera, y por miedo a lo que pudiese significar. La leyenda decГa que aquellos con la enfermedad de las escamas se transformaban, eventualmente, en cosas que eran de todo menos humanas, y mortales para aquellos que aГєn vivГan.
–Y por eso debo estar sola —dijo en voz alta, volviendo a bajarse la manga porque no podГa soportar ver lo que habГa ahГ.
Casi lo mismo le molestaba pensar en estar sola. Por mГЎs que le gustara el bosque, la falta de compaГ±Гa la hacГa sufrir. Incluso cuando era niГ±a no habГa podido tener amigos, ni la colecciГіn de doncellas y jГіvenes nobles que habГa tenido Lenore, porque alguien podrГa haberla visto. Ni siquiera habГa tenido la promesa de tener enamorados, y aГєn menos probable para una muchacha que claramente estaba enferma era tener pretendientes. Una parte de Nerra deseaba haber tenido todo eso, imaginГЎndose una vida en la que hubiese sido normal, sana, segura. Sus padres podrГan haber encontrado un joven noble que se casara con ella, como habГan hecho con Lenore. PodrГan haber tenido un hogar y una familia. Nerra podrГa haber tenido amigos, y habrГa podido ayudar a la gente. En cambio…solamente tenГa esto.
Ahora entristecГ hasta al bosque, pensГі Nerra con otra pГЎlida sonrisa.
Se levantГі y siguiГі caminando, decidida a permitirse al menos disfrutar del hermoso dГa. MaГ±ana habrГa una cacerГa, pero eso significaba demasiada gente para poder disfrutar del exterior. Se esperaba que ella recordara cГіmo conversar con aquellos que veГan la destreza de matar a criaturas del bosque como una virtud, y el ruido de los cuernos de caza serГa ensordecedor.
Entonces, Nerra escuchГі algo mГЎs; no era un cuerno de caza, sino el sonido de alguien en las cercanГas. PensГі haber visto a alguien entre los ГЎrboles por un segundo, un muchacho joven, quizГЎs, aunque era difГcil decirlo con seguridad. Se empezГі a preocupar. ВїCuГЎnto habrГa visto?
QuizГЎs no era nada. Nerra sabГa que tenГa que haber gente en otros lugares del bosque. QuizГЎs fuesen carboneros o guardabosques, quizГЎs cazadores furtivos. Quien fuera que fuese, si seguГa caminando, Nerra se volverГa a topar con ellos. No le gustaba esa idea, no le gustaba el riesgo de que vieran mГЎs de lo que deberГan, asГ que se dirigiГі en una nueva direcciГіn, casi al azar. SabГa su camino en el bosque, por lo que no le preocupaba perderse. Simplemente siguiГі caminando, encontrГЎndose ahora con acebos y abedules, celidonias y rosas silvestres.
Y algo mГЎs.
Nerra se detuvo al ver un claroВ que parecГa como si algo enorme hubiese estado allГ, las ramas rotas y el suelo pisoteado. ВїHabrГa sido un jabalГ o quizГЎs una manada? ВїHabrГa un oso en los alrededores, lo suficientemente grande como para justificar la cacerГa despuГ©s de todo? Aunque Nerra no veГa huellas de oso entre los ГЎrboles, o nada que sugiriera que algo hubiese pasado a pie.
Aunque podГa ver un huevo en el medio del claro, volteado sobre un lado sobre el pasto.
Se paralizГі, dudando.
No puede ser.
HabГa historias, por supuesto, y las galerГas del castillo tenГan unas versiones aterrorizantes, desprovistas de vida.
Pero esto…no podГa ser realmente…
Se acercГі, y ahora podГa empezar a asimilar el verdadero tamaГ±o del huevo. Era enorme, tan grande que Nerra apenas podrГa rodearlo con los brazos si intentara abrazarlo. Tan grande que no podГa ser de un pГЎjaro.
Era de un color azul vivo y profundo, casi negro, con venas doradas que lo atravesaban como rayos de un relГЎmpago en el cielo nocturno. Cuando Nerra estirГі el brazo, con vacilaciГіn, para tocarlo, sintiГі que la superficie estaba extraГ±amente cГЎlida, no del modo en que deberГa estarlo un huevo. Eso, ademГЎs del resto, confirmaba lo que habГa encontrado.
Un huevo de dragГіn.
Eso era imposible. ВїCuГЎnto tiempo habГa pasado desde la Гєltima vez que alguien vio un dragГіn? Incluso las historias hablaban de enormes bestias aladas que volaban los cielos, no de huevos. Los dragones nunca eran algo inГєtil y pequeГ±o. Eran enormes, atemorizante, e imposibles. Pero Nerra no sabГa quГ© mГЎs podГa ser esto.
Y ahora, la decisiГіn es mГa.
SabГa que no podГa marcharse ahora que habГa visto el huevo allГ, abandonado, sin seГ±ales de un nido de la forma en que los pГЎjaros ponГan sus huevos. Si hacГa eso, lo mГЎs probable era que algo viniera y se comiera el huevo, destruyendo a la criatura en su interior. Eso, o la gente lo venderГa, de eso no tenГa dudas. O la aplastarГan por el miedo. La gente, a veces, podГa ser cruel.
Tampoco se lo podГa llevar a casa. QuiГ©n se podrГa imaginar, pasando por las puertas del castillo con un huevo de dragГіn entre las manos. Su padre ordenarГa que se lo quitaran inmediatamente, posiblemente para que Maese Gris lo estudiara. En el mejor de los casos, la criatura terminarГa encerrada y maltratada en una jaula. En el peor…Nerra se estremeciГі ante la idea de que los acadГ©micos diseccionaran al huevo en la Casa del Conocimiento. Incluso el galeno Jarran probablemente querrГa destriparlo para estudiarlo.
ВїEn dГіnde, entonces?
Nerra intentГі pensar.
ConocГa el bosque como el camino hacia su habitaciГіn. TenГa que haber un lugar mejor que al aire libre en donde dejar al huevo…
SГ, sabГa el lugar justo.
EnvolviГі al huevo entre sus brazos y lo levantГі, sintiendo la extraГ±a sensaciГіn del calor contra su cuerpo. Era pesado, y por un momento Nerra se preocupГі de que fuera a soltarlo, pero logrГі sujetarse las manos y empezar a caminar por el bosque.
Le llevГі un tiempo encontrar el lugar que estaba buscando, siempre alerta a los ГЎlamos que seГ±alizaban la pequeГ±a ГЎrea en donde estaba la antigua cueva, marcada con piedras cubiertas de musgo desde hace mucho tiempo. Se abrГa en la ladera de una pequeГ±a colina en el medio del bosque, y Nerra vio por el suelo a su alrededor que nadie la habГa utilizado como lugar de descanso. Eso era una buena seГ±al. No querГa llevar su premio a un lugar donde estuviese en un peligro inminente.
El claro le habГa sugerido que los dragones no hacГan nidos, pero ella hizo uno para el huevo de todos modos, juntГі ramas grandes y pequeГ±as, maleza y pasto, luego los entrelazГі lentamente en un Гіvalo irregular en donde logrГі colocar el huevo. Los empujГі a la parte oscura de la cueva, segura de que nadie podrГa verlo desde afuera.
–Ahà —le dijo—. Estará a salvo ahora, al menos hasta que decida qué hacer contigo.
EncontrГі ramas de ГЎrboles y follaje y cubriГі la entrada intencionalmente. RecogiГі piedras y las acomodГі allГ, todas tan enormes que apenas las podГa mover. EsperГі que fuera suficiente para mantener alejadas todas las cosas que pudiesen intentar entrar.
Estaba terminando cuando escuchГі un ruido y se volteГі sobresaltada. AllГ, entre los ГЎrboles, estaba el niГ±o que habГa visto antes. Estaba parado observГЎndola, como si intentara entender lo que habГa visto.
–Espera —le gritó Nerra, pero solo el grito lo sobresaltó.
Se volteГі y saliГі corriendo, y Nerra se quedГі pensando en quГ© habГa visto y a quiГ©n le contarГa.
TenГa la horrible sensaciГіn de que era demasiado tarde.
CAPГЌTULO SIETE
La princesa Erin sabГa que no debГa estar allГ, cabalgando en el bosque hacia el norte, hacia la Espuela. TendrГa que estar en el castillo, probГЎndose un vestido para el casamiento de su hermana mayor, pero se retorcГa solo de pensarlo.
Le traГa demasiados pensamientos acerca de quГ© le esperaba a ella, y por quГ© se habГa ido. Como mГnimo preferГa estar cabalgando con una tГєnica, jubГіn y pantalones cortos antes de estar parada allГ, jugando a vestirse de gala mientras Rodry y sus amigos se burlaban de ella, Greave estaba deprimido y Vars… Erin se estremeciГі. No, era mejor estar allГ afuera, haciendo algo Гєtil, algo que demostrara que era mГЎs que una hija para casarse.
CabalgГі por el bosque, apreciando las plantas a los lados del camino mientras pasaba, aunque esa era la fascinaciГіn de Nerra mГЎs que de ella. CabalgГі entre gruesos robles y abedules de plata, observando sus sombras e intentando no pensar en todos los espacios que dejaban esas sombras para que alguien se escondiera.
Probablemente su padre estarГa furioso con ella por salir sin escolta. Las princesas necesitaban protecciГіn, le dirГa Г©l. No salГan solas a lugares como este, en donde los ГЎrboles parecГan rodearlas y el camino era poco mГЎs que una sugerencia. EstarГa furioso con ella por mГЎs que eso, por supuesto. Probablemente pensaba que no habГa escuchado la conversaciГіn con su madre, la que la habГa irse prГЎcticamente corriendo hacia el establo.
—Tenemos que encontrar un esposo para Erin —habГa dicho su madre.
—¿Un esposo? Es mГЎs probable que quiera mГЎs lecciones con la espada —habГa contestado su padre.
—Y ese es el punto. Una mujer no deberГa hacer esas cosas, ponerse en peligro de esa manera. Tenemos que encontrarle un esposo.
—DespuГ©s de la boda —habГa dicho su padre—. AsistirГЎn muchos nobles al banquete y la cacerГa. QuizГЎs encontremos a un hombre joven que pueda ser un esposo apropiado para ella.
—Quizás debamos ofrecer una dote por ella.
—Entonces lo haremos. Oro, un ducado, lo que sea más apropiado para mi hija.
La traiciГіn habГa sido instantГЎnea y absoluta.В Erin habГa dado zancadas hasta su habitaciГіn para juntar sus cosas: una vara, su ropa y un paquete lleno de provisiones. Entonces, se habГa jurado a sГ misma que no volverГa.
–Además —le dijo a su caballo—, tengo la edad suficiente para hacer lo que quiero.
Si bien era la menor de sus hermanos, tenГa diecisГ©is. Puede que no fuera todo lo que su madre querГa, era demasiado masculina con el cabello oscuro a la altura de los hombros para que no la estorbara y nunca habГa estado inclinada a coser, hacer reverencias o tocar el arpa. AГєn asГ, era mГЎs que capaz de cuidar de sГ misma.
Al menos, eso pensaba.
TendrГa que serlo, si querГa se parte de los Caballeros de la Espuela. Solo el nombre de la orden hacГa que le palpitara el corazГіn. Eran los mejores guerreros del reino, cada uno de ellos era un hГ©roe. ServГan a su padre, pero tambiГ©n salГan a enmendar injusticias y luchar contra los enemigos mГЎs difГciles. Erin darГa cualquier cosa por unirse a ellos.
Por eso cabalgaba hacia el norte, a la Espuela. Por eso tambiГ©n habГa tomado ese camino por partes del bosque que se consideraban peligrosas hacГa mucho tiempo.
ContinuГі cabalgando, asimilando el lugar. En otro momento hubiese sido hermoso, pero en otro momento no hubiese estado aquГ. En cambio, mirГі a su alrededor rГЎpidamente, demasiado consciente de las sombras a ambos lados del camino y la forma en que las ramas la rozaban al pasar. Era un lugar en el que se podГa imaginar que alguien desapareciera para no volver.
De todos modos, era el camino que tenГa que tomar si querГa alcanzar a los Caballeros de la Espuela. Especialmente si los querГa impresionar cuando llegara. Al lado de eso, su miedo no importaba.
–¿Por qué no te detienes ah� —gritó una voz más allá del sendero.
AhГ. Erin sintiГі un breve escalofrГo ante esas palabras, y agitaciГіn en su estГіmago. Detuvo su caballo y luego se bajГі hГЎbilmente de la montura. Casi como una ocurrencia tardГa, tomГі su vara corta con las manos enguantadas sujetГЎndola ligeramente.
–Ahora, ¿qué crees que vas a hacer con ese palo? —dijo el hombre más allá del sendero.
El hombre dio un paso adelante, llevaba ropa de tejido ГЎspero y sostenГa un hacha. Dos hombres mГЎs salieron de los ГЎrboles detrГЎs de Erin, uno con un cuchillo largo, el otro con una espada de combate que sugerГa que alguna vez habГa peleado en nombre de un noble.
–Pasé por un pueblo —dijo Erin— y me hablaron de los bandidos en el bosque.
No parecГa resultarles extraГ±o que hubiese llegado allГ de todos modos. Erin podГa sentir el miedo en su interior. ВїDebГa haber venido aquГ? HabГa tenido muchos combates de entrenamiento pero esto… esto era diferente.
–Parece que somos famosos, muchachos —gritГі el lГder con una risotada.
Famosos era una forma de decirlo. HabГa hablado con una joven en el pueblo que viajaba con su esposo. Ella le habГa dicho que aГєn cuando le daban todo lo que tenГan a esos hombres, ellos querГan mГЎs, y lo conseguГan. Se lo habГa contado a Erin en detalle, y Erin habГa querido tener el trato que tenГa Lenore con la gente, o la compasiГіn de Nerra. Erin no tenГa ninguno de los dos, todo lo que tenГa era esto.
–Dicen que ustedes matan a aquellos que dan pelea —dijo Erin .
–En ese caso —dijo el lГder—, sabrГЎs que no debes pelear.
–Casi no vale la pena —dijo uno de los otros—. No se parece para nada a una muchacha.
–¿Te estГЎs quejando? —LanzГі el lГder—. ВїPor las cosas que le has hecho a muchachos tambiГ©n?
Erin permaneciГі allГ, esperando. AГєn sentГa miedo, y este habГa crecido convirtiГ©ndose en una cosa monstruosa del tamaГ±o de un oso, que amenazaba con aplastarla e inmovilizarla. No debГa haber venido aquГ. Este no era un combate de entrenamiento y, en realidad, nunca habГa peleado de verdad contra alguien. Era solo una joven que estaba a punto de ser asesinada, o peor…
No. Erin pensГі en eso y en la mujer del pueblo, y se obligГі a que la furiaВ aplastara el miedo.
–Si quieres que esto sea fácil para ti, entregarnos todo lo que tienes. El caballo, las cosas de valor, todo.
–Y quГtate la ropa —dijo el otro que habГa hablado—. Nos ahorrarГЎ mancharla de sangre.
Erin tragГі pensando en lo que podrГa significar eso
–No.
–Entonces —dijo el lГder—, parece que tendremos que hacerlo por las malas.
El que tenГa el cuchillo largo se abalanzГі hacia Erin primero, la sujetГі y le hizo un corte en el cuerpo con el cuchillo. Erin se soltГі pero la hoja le cortГі la ropa con la facilidad que lo hubiese con la manteca de una lechera. La mirada lasciva de triunfo del hombre se convirtiГі rГЎpidamente en sorpresa cuando su hoja se detenГa y sentГa el sonido del metal contra el metal.
–Atravesar una cota de malla no es un trabajo fácil —dijo Erin .
Lo atacГі con su vara y lo golpeГі en la cara con el mango, haciendo que se tambaleara hacia atrГЎs. El lГder se abalanzГі hacia ella con el hacha y ella la bloqueГі con su arma, arrojГЎndola a un lado. Lo atacГі con la punta y se la clavГі en la garganta, haciendo que el hombre gorgoteara y se alejara tambaleГЎndose.
–¡Zorra!—dijo el hombre con el cuchillo.
Entonces Erin girГі la vara y le quitГі la punta para revelar la larga cuchilla, casi la mitad de su largo. Reflejaba oscuramente la luz moteada del bosque. En el extraГ±o y silencioso momento que siguiГі, ella hablГі. No tenГa sentido esconder nada ahora.
–Cuando era mГЎs joven, mi madre me hacГa tomar clases de costura, pero la mujer que nos enseГ±aba estaba casi ciega, y Nerra, mi hermana, me cubrГa mientras yo salГa a pelear contra los varones con un palo. Cuando mi madre me descubriГі se enfureciГі, pero mi padre dijo que era mejor que aprendiera de forma apropiada, y Г©l era el rey, entonces…
–¿Tu padre es el rey?—dijo el lГder , y miedo cruzГі su rostro, seguido de avaricia—Si nos atrapan nos matarГЎn, pero lo hubiesen hecho de todos modos, y el rescate que obtendremos por alguien como tú…
Probablemente lo pagarГan. Aunque despuГ©s de lo que habГa escuchado Erin y el monto que pagarГan para deshacerse de ella…
El bandido volviГі a lanzarse sobre Erin, interrumpiendo el hilo de su pensamiento al blandir su hacha y golpearla con ella. Erin barriГі el golpe del hacha a un lado con una mano, empujГі el codo del hombre y luego lo pateГі en la rodilla mientras Г©l intentaba patearla a ella, tirГЎndolo al suelo. A su maestro probablemente le hubiese enojado que ella no continuara .
Mantente en movimiento, termГnalo rГЎpido, no te arriesgues. Erin casi podГa escuchar las palabras del maestro espadachГn Wendros. Г‰l habГa sido el que le habГa dicho que usara la lanza corta, un arma que podГa compensar su falta de altura y fuerza, con su velocidad y alcance. En su momento, Erin se habГa sentido desilusionada por la propuesta , pero ahora no lo estaba.
Tomando el arma con las dos manos girГі, cubriГ©ndose mientras el que tenГa la espalda la atacaba. RechazГі los golpes uno tras otro y luego apuntГі a herirlo. Una lanza podГa herir tanto como una estocada. Г‰l intentГі bloquear el golpe alzando su espada y Erin girГі las muГ±ecas para lanzar la cuchilla por debajo del bloqueo y atravesarle el cuello con la punta de la lanza. AГєn moribundo, el hombre se sacudiГі intentando golpearla y Erin lo bloqueГі a un lado y siguiГі adelante.
No te detengas. Mantente en movimiento hasta que termine la pelea.
–¡Lo matГі!—gritГі el que tenГa el cuchillo— ВЎMatГі a Ferris!
Se lanzó hacia ella con el cuchillo largo, claramente con la intención de matarla, no de capturarla. Él se apresuró intentando acercarse a un punto en donde el largo del arma de Erin no fuese una ventaja. Erin atinó a retroceder y luego se acercó más de lo que él esperaba, haciéndolo rodar con la cadera y aterrizar ruidosamente en el suelo…
O asГ hubiese ocurrido, si no la hubiese arrastrado con Г©l.
Muchacha presumida. Solo haz lo necesario.
Ahora era demasiado tarde para eso, porque estaba en el suelo con el bandido, atrapada allГ mientras Г©l la apuГ±alaba, y solo la cota de malla la salvaba de la muerte. HabГa sido demasiado confiada y ahora estaba en un lugar en el que empezaba a sentir que la fuerzaВ del hombre era mayor. Ahora estaba sobre ella, presionando el cuchillo hacia su garganta …
De alguna manera, Erin logrГі acercarse lo suficiente a Г©l como para morderlo y eso le dio espacio suficiente para escaparse gateando, sin ninguna destreza o habilidad esta vez, solo desesperaciГіn. El lГder ya estaba de pie para entonces, blandiendo su espalda otra vez. Erin apenas logrГі esquivar el primer golpe, de rodillas, recibiГі una patada en el abdomen y se levantГі escupiendo sangre.
–Elegiste meterte con las personas equivocadas, zorra —dijo el lГder y apuntГі a golpearle la cabeza.
No habГa tiempo de esquivar ni de defenderse. Lo Гєnico que podГa hacer Erin era agacharse y arremeter con su lanza. SintiГі el crujido al atravesar la carne, y esperГі sentir el impacto del arma delВ enemigo en su propio cuerpo, pero por un momento todo se paralizГі. Se atreviГі a levantar la vista y allГ estaba Г©l, paralizado en la punta de la lanza, tan entretenido observando el arma que no habГa terminado su propio ataque.
Tener suerte es algo bueno, y confiar en ella es estГєpido, decГa en su mente la voz del maestro espadachГn Wendros.
El hombre del cuchillo aГєn estaba en el suelo, luchando por levantarse.
–Piedad, por favor—dijo el hombre.
–¿Piedad? —Dijo Erin— ВїCuГЎnta piedad le tuviste a la gente robaste, mataste y violaste? Cuando te rogaron, Вїte reГste de ellos? ВїLos atropellaste cuando se escaparon? ВїCuГЎnta piedad me hubieses tenido a mГ?
–Por favor —dijo el hombre, poniéndose de pie.
Se volteГі para correr, probablemente con la esperanza de dejar a Erin atrГЎs entre los ГЎrboles.
Estuvo a punto de dejarlo ir, pero ВїquГ© harГa Г©l entonces? ВїCuГЎntas personas mГЎs morirГan si pensaba que podГa salirse con la suya otra vez?В VolteГі la cuchilla, la alzГі y la arrojГі.
Si la distancia entre ellos hubiese sido mayor no hubiera funcionado, porque la lanza era mГЎs corta que una jabalina, pero en el corto espacio volГі por los aires sin esfuerzo, cayendo en el punto en donde estaba el bandido y arrojГЎndolo al suelo.В Erin se acercГі a Г©l, puso un pie sobre su espalda y le arrancГі la lanza. La alzГі y luego la hundiГі rГЎpidamente en su cuello.
–Esa es toda la piedad que tengo hoy —dijo ella.
Se quedГі allГ parada y luego se moviГі a un lado del camino sintiГ©ndose nauseabunda. Le habГa parecido bien y fГЎcil mientras peleaba, pero ahora…
VomitГі. Nunca habГa matado a nadie, y ahora el horror y el hedor la abrumaban. Se arrodillГі allГ durante lo que parecieron horas hasta que su mente le insistiГі que debГa moverse. La voz del maestro espadachГn Wendros volviГі a ella…
Cuando estГЎ hecho, estГЎ hecho. EnfГіcate en lo prГЎctico, y no te arrepientas de nada.
Era mГЎs fГЎcil decirlo que hacerlo, pero Erin se obligГі a pararse. LimpiГі la espada en la ropa de los bandidos, luego arrastrГі los cuerpos a un lado del camino. Esa fue la parte mГЎs difГcil de todas, porque eran todos mГЎs grandes que ella, y ademГЎs un cuerpo era mГЎs pesado que un ser viviente. Para cuando hubo terminado tenГa mГЎs sangre en la ropa que la que habГa corrido durante la pelea, por no hablar del corte que el hombre que tenГa el cuchillo le habГa hecho. Tuvo el extraГ±o y repentino pensamiento de que tendrГa que asegurarse de que un criado la arreglara antes de que su madre la viera. Eso le causГі risa, y no pudo para de reГrse por un largo rato.
Los nervios del combate. La amenaza mГЎs grande para un espadachГn, y la mejor droga que el mundo haya tenido.
Erin permaneciГі allГ parada por unos minutos mГЎs, dejando que el entusiasmo de la pelea corriera por sus venas. HabГa matado a unos hombres, y habГa hecho mГЎs que eso. HabГa demostrado su valor. Ahora los Caballeros de la Espuela tendrГan que aceptarla.
CAPГЌTULO OCHO
Renard seguГa yendo a la posada de la Escama Rota por tres razones, y ninguna tenГa que ver con la cerveza, que era muy mala. La primera era la tabernera, Yselle, a quien parecГa gustarle los hombres fornidos y pelirrojos como Г©l, y quien alternaba entre acusarlo de engaГ±arla y reclamarle que la visitara mГЎs seguido.
La segunda razГіn era que, en los dГas en los que estaba dispuesto a ganarse la vida de forma honesta, no les molestaba que Г©l sacara su laГєd y tocara algunas viejas baladas. Generalmente, Renard no tenГa ganas de hacerlo, pero a veces sus dedos ansiaban la interpretaciГіn.
La tercera razГіn era que sus dedos solГan ansiar otras cosas, y la taberna era un buen lugar para escuchar rumores.
–Se parece mucho a un cuento —le dijo al hombre sentado enfrente de Г©l, utilizando la distracciГіn cuidadosamente para cambiar una carta por otra que tenГa escondida bajo la manga.
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